No existe el dichoso finning (cercenamiento de la aleta de tiburón para arrojar por la borda el tronco o cuerpo del escualo). Pero han sido, y todavía son, días de tensión en Burela por el apresamiento en Irlanda del pesquero local Virxe da Blanca.

Ayer se tramitó el aval de 339.000 euros exigido para permitir la salida del barco retenido en el puerto de Castletown-Bearhaven. Realizado el trámite, ha de ser ahora una entidad irlandesa la que presente en la isla dicho aval. Hoy debe quedar resuelto el asunto, si bien los armadores del buque y la OPP-7 de Burela, a la que pertenece, no aceptan la acusación de finning en la que la inspección de pesca de Irlanda basa la detención.

La acusación es muy grave, pero no hay nada ni nadie que pueda sostener la existencia de delito en un barco que, como la práctica totalidad de la flota gallega que captura tiburón, aprovecha el cuerpo o tronco del escualo al tiempo que su aleta anal está siempre adherida tal y como Bruselas prescribe.

No hay, por tanto, incumplimiento de la política de aletas adheridas, tal y como el armador del buque, Armadores de Burela, la OPP-7 y las autoridades pesqueras españolas certifican desde que el Virxe da Blanca fue dirigido a Castletown.

Si a la inspección irlandesa se le hubiese ocurrido contar las aletas desprendidas por efectos de la evisceración de las pequeñas tintoreras capturadas y contar los troncos de esos mismos ejemplares habrían caído en la cuenta de que tales aletas anales, recogidas en un capazo situado en las proximidades de los pequeños escualos, no son sino las de estos, cortadas al eviscerar el animal y que se han desprendido de la malla, motivo por el que se almacenan en ese capazo. Es decir, cuerpo y aleta están a bordo, nada se arrojó por la borda, con lo que el finning no es otra cosa que una simple apreciación fuera de lugar.

El finning no existe en este caso y el inspector debió prestar atención, porque su acusación es una especulación sin sentido.

El Virxe da Blanca pondrá proa hoy mismo a Burela tras vivir sus tripulantes una mala experiencia. Es de esperar que el episodio sirva a la inspección irlandesa para distinguir que "su" finning no es el finning que sanciona la CE cuando fijó la política de aletas adheridas.

Esa es otra gaita, y no gallega precisamente.