La Xunta considera que, de aplicarse la medida por la que la Comisión Europea pretende el monitoreo electrónico de la actividad a bordo de los pesqueros para controlar -entre otras actividades- los descartes de capturas (cuya prohibición entrará en vigor el 1 de enero) se causaría un grave menoscabo de la privacidad de los marineros de los buques monitorizados. Para la Comisión Europea lo importante es controlar los descartes. Para la salvaguarda de la vida humana en la mar no hay medidas. Van a lo que les interesa.

La privacidad a bordo no sería posible con el monitoreo en circuito cerrado que cualquiera podría utilizar a su antojo y nadie asegura que esa supuesta vigilancia de la actividad profesional no trascienda más allá y entre en asuntos personales.

Me gustaría que la Comisión Europea determinase instalar monitores en los despachos de sus altos funcionarios, para que todos pudiéramos conocer qué es lo que se cuece entre bambalinas cuando se trata de tomar decisiones que afecten al sector pesquero de la Unión Europea.

Controlar los descartes mediante un seguimiento electrónico en el que el arma principal es la imagen. Esta será la pieza en la que se basaría cualquier acusación de irregularidad. Será el Gran Hermano instalado en los barcos de pesca, rodeado en todo momento el buque monitorizado por personal y embarcaciones del -en el caso de Galicia- Servizo de Inspección Pesqueira, de la Guardia Civil, del servicio de Inspección Pesquera del Ministerio de Pesca, de los inspectores comunitarios... Es la implantación a machamartillo del futbolero VAR que controla el desarrollo de los partidos para que el juez del encuentro pueda determinar, con la ayuda de las cámaras, si ha habido o no una infracción.

La Xunta no quiere ese videocontrol de la pesca. El sector pesquero gallego, tampoco. Pero mucho me temo que el VAR siente sus reales en los puntos estratégicos del barco en cuestión para que los que vigilan a los vigilantes actúen sin reparos al establecer quien incumple la norma de los descartes.

El VAR será, si la Comisión Europea quiere, quien regule la intimidad de los tripulantes de un pesquero bajo la disculpa de que controla los descartes. Todo depende del árbitro de turno.