Más que preocupación en torno a los efectos de la presencia del anisakis en determinadas especies marinas de consumo habitual como son la merluza o la palometa, el consumidor siente asco al ver cómo este parásito en forma de gusano "anida" en especies como las citadas, pero también según algunas informaciones en el bacalao, boquerón, caballa, salmón, sardina, arenque, anchoa o en crustáceos como la langosta o el cangrejo, además del pulpo, la sepia o el calamar.

No es de extrañar que a propuesta del grupo parlamentario de En Marea, la Comisión de Pesca e Marisqueo del Parlamento de Galicia, haya aprobado solicitar a la Xunta la puesta en marcha de una campaña de información que permita acabar con las alarmas existentes en relación a la posible presencia de anisakis en el pescado. La Cámara respaldó una iniciativa que solicita que el Gobierno gallego facilite datos veraces en las lonjas y otros puntos de venta sobre las medidas y métodos de eliminación del parásito adoptados.

En Marea considera necesario aportar información clara que genere confianza a los consumidores y disipe cualquier duda que pueda existir sobre la calidad de los productos del mar gallegos. Ve necesario que la Administración tome cartas en el asunto para poner fin a la alarma aparentemente interesada que se está creando y que la viceportavoz del grupo parlamentario, Carmen Santos, relaciona "con un interesado deterioro de la imagen del pescado fresco salvaje en favor del consumo de congelado o procedente de la piscicultura industrial".

La iniciativa de En Marea pretende poner fin a la inquietud existente y que provoca un descenso de las ventas y de los precios de determinadas especies, sobre todo de la merluza. Son alarmas que consideran injustificadas a la vista de los datos disponibles y dado que el riesgo de intoxicación se elimina cuando el pescado se cocina a más de 60 grados.

Confieso que me gusta el pescado y, especialmente, alguna de esas especies señaladas en las que encontré (cuando procedía a su limpieza) los gusanos parásitos que nos ocupan y preocupan. Confieso que no por ello dejé de consumirlo. El pescado lo preparé para freírlo, con lo que cumplía la regla básica de cocinarlo a 60 grados centígrados en su interior al tratarse de pescado fresco, no congelado previamente (si se congela antes de ser consumido, desaparece el problema).

Sigo vivo y espero seguir consumiendo pescado, con o sin campaña interesada promovida por aquellos que buscan directamente el negocio en base a sus productos no salvajes. Pero no sería malo, ni mucho menos, que la Administración gallega echase una mano al sector pesquero e incluso al gremio de pescaderías porque parece evidente que hablar de gusanos existentes en el pescado que llevas a casa para su consumo no contribuye a que la ciudadanía lo incluya en su dieta habitual.