Una entrevista en un diario digital y un puñado de verdades para que, allí donde se toman decisiones, aprendan, conozcan, reciban las vivencias de quienes tanto tienen que decir y que, hasta ahora, han callado por humildad.

Me refiero a Manuel A. Iglesias, patrón mayor de Rianxo, localidad en la que la cultura y el galleguismo han creado escuela y en la que agroma el más profundo sentimiento marinero. Manuel, con una sola frase, marca el camino para que la Unión Europea lo recorra y sepa qué papel juega la flota artesanal: "En la pesca artesanal los beneficios quedan en los pueblos, no se van fuera".

Con esta sencilla explicación, consecuencia de su experiencia vital, el patrón mayor rianxeiro aclara conceptos y marca diferencias. Los beneficios quedan allí donde residen aquellos que han hecho pueblo, que han conformado comunidad; donde los vecinos se ayudan y se saludan cada mañana con un simple " Como vai?" o un menos seco " Bo día". Donde si las entidades bancarias abren oficinas o sucursales es porque las transacciones nacen en la lonja local (si la hay) y el importe de las ventas de pescado y marisco se distribuye en el comercio local y repercute en la cuenta abierta en esa entidad bancaria. Es dinero que no se va más allá de los límites locales. Es dinero fruto de lo artesanal, de la bajura, del barco a pie de puerto, del tripulante del mismo pueblo, del ir y venir en el día, de provisiones que se adquieren allí donde el barco fondea o atraca.

Esta es la grandiosidad de una importante flota de diminutas embarcaciones cuyas capturas inciden en el devenir de lo local, algo que en la Comisión Europea siguen sin entender cada vez que determinan qué y cuánto se ha de pescar en el año siguiente a la hora de tomar decisiones, cuando reparte pesquerías que cercena por temor a que se superen las previsiones de cuota, algo que no se cuestiona cuando se determinan las cuotas a utilizar por flotas minoritarias que, sin embargo, tienen autorización de la divina providencia comunitaria para convertir en harina de pescado que será pienso de la constantemente emergente piscicultura que no beneficia, ni por aproximación, a la localidad del mismo modo que lo hace la pesca artesanal.

Mi respeto, don Manuel A. Iglesias, patrón mayor de Rianxo. Ha metido usted el dedo en el ojo de aquel que no quiere ver y que sienta sus reales en Bruselas. Pero que sirve, asimismo, para despertar conciencias en Madrid y hacer que los culos quietos de Compostela se remuevan en el asiento: "En la pesca artesanal los beneficios quedan en los pueblos, no se van fuera".

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