Parias...? Como si lo fueran. Mejor, proletarios. Y el reclamo a la unión de los proletarios logró que, con el tiempo y la experiencia ganada, socialistas, comunistas y anarquistas enarbolaran la bandera de la igualdad para que, al grito de "¡Proletarios del mundo, uníos!", naciera la identidad del trabajador proclamada en La Internacional, canción considerada como la más significativa del amplio repertorio del movimiento obrero. Es el verdadero himno oficial de los trabajadores del mundo desde que, en 1871, su letra fuera escrita por Pierre Degeyter.

Reconocida como el himno oficial de la Segunda Internacional (hoy Internacional Socialista) se canturrea sotto voce por los más veteranos hombres de la mar en cualquier país. Entre estos, los españoles. Y con ellos los que contribuyen con su trabajo a la existencia de un sector pesquero español: los varios miles de migrantes procedentes mayoritariamente de Marruecos, Mauritania, Filipinas, Indonesia, Senegal, Cabo Verde, Portugal, Perú? que, al igual que sus compañeros nacionales, se identifican con los problemas propios de la pesca de bajura, altura y gran altura en barcos y empresas que integran el sector pesquero español.

¿Cuántos pescadores migrantes trabajan actualmente en barcos que enarbolan bandera española? Se estima -y no son cifras oficiales- que no menos de 7.000. Trabajan, como los marineros nacionales, una media de diez horas diarias en la pesca costera o de bajura artesanal. Regresan, salvo imprevistos, cada día a su puerto base, lo que no siempre significa que puedan reunirse a diario con sus respectivas familias (españolas o migrantes). Los trabajadores de la pesca de altura realizan campañas de entre 15 y 20 días en aguas comunitarias del Gran Sol. Y los de gran altura -atuneros, espaderos, etc.- permanecen en sus respectivos buques entre tres y seis meses, algo que antes era habitual en los bacaladeros de Terranova y las Svalbard (archipiélago noruego).

También como los tripulantes nacionales, los marineros migrantes en barcos españoles perciben su salario -a veces a la parte- y, como los de aquí, se ven amparados por la Seguridad Social y seguros de vida o accidente, con honorarios que debieran ser iguales a los de los marineros nacionales, pero que no siempre lo son.

Hasta hace pocos años -hecho denunciado hasta la saciedad por la Internacional de los Trabajadores (ITF) y distintos sindicatos españoles- existían en España y, particularmente en la comunidad gallega, diferentes salarios para migrantes y nacionales. Para aquellos era un hándicap el desconocimiento de las leyes laborales españolas, pero aquí, la ITF realizó una ingente tarea de información que puso coto a esa discriminación, como también a la existencia de contratos de reclutamiento y de trabajo, casi siempre en manos de intermediarios que, además de percibir interesantes prestaciones económicas de las empresas contratantes, recibían parte de aquello que los marineros de terceros países no percibían de sus armadores.

No todo es bueno con tal de trabajar: bajos salarios -cuando no se trabaja en la modalidad de a la parte-, exhaustivas jornadas de trabajo, inexistencia de horas extraordinarias, desconocimiento del contrato de trabajo, hacen que el grito unánime de "proletarios del mundo, uníos" continúe teniendo vigencia en una España que pierde barcos y tripulantes a ojos vistas y sin que la UE, a través de la Comisión, diga "esta boca es mía".