Mientras el sector pesquero español se lame sus heridas -causadas por el mal reparto de Totales Admisibles de Capturas (TAC) y cuotas que la Comisión Europea y el Gobierno central realizan año tras año a pesar de las protestas de las organizaciones pesqueras y a título particular, armadores y tripulantes de todos los buques que integran la flota pesquera nacional- pescadores y ciudadanos del antiguo territorio español de Dajla (antes Villacisneros) en Marruecos, observan desesperados e impotentes cómo su principal fuente de riqueza en aguas del rico caladero saharaui, la pesca, se convierte en pienso (harina de pescado) para los cerdos y los pollos que se crían en Europa, principalmente en territorios de España y Alemania, mientras que la población de esa zona carece de lo más necesario para alimentarse y que fue base de su sustento: el pescado.

La exportación de los recursos pesqueros propios convertidos en pienso o harina para alimentar cerdos y pollos que los habitantes del territorio saharaui nunca reciben es consecuencia de la instalación en el área de Dajla de numerosas fábricas -en su mayoría de capital español- y la captura sin medida de peces de todo tipo y tamaño que realizan buques superarrastreros que esquilman de manera inmisericorde unas zonas de pesca que fueron muy ricas y en las que, en la actualidad, es cada vez más difícil lograr cubetadas que hagan rentable la pesca. Especialmente para los pescadores saharauis, celosos de aquellas aguas que explotaban con sentido común hasta que el poderío militar de Marruecos se impuso al derecho de unos ciudadanos del que fue Sáhara español y negoció con flotas -incluso de países lejanos como China- unos derechos de pesca que, años después, mermaron de modo visible las posibilidades de captura de una flota saharaui en cuya dimensión también tiene mucho que ver España.

Empresarios europeos conviven con los locales en una aparente armonía, pero la intranquilidad en los vendedores de pescado de Dajla va in crescendo porque su producto escasea y cada vez cuesta más lograr capturas que llevar a sus mercados. La elaboración industrial de harina de pescado prima y merman especies hasta hace bien poco tiempo relativamente fáciles de capturar porque para lograr 200 kilos de pienso rico en Omega 3 se necesita más de una tonelada de peces que los superarrastreros capturan en millones de toneladas.

La industria harinera española no es ajena a esta situación en el Sáhara Occidental, y Mauritania y Senegal se suman al desastre que Marruecos propicia con su política pesquera. Mauritania, lindante con la zona sahariana que fue dominio español hasta poco antes de la muerte de Franco, dispone en su territorio de 28 fábricas de harina de pescado, y Senegal quiere seguir su estela mientras que sus ciudadanos, grandes pescadores, recurren cada vez más a la emigración, sea esta legal o ilegal.

La zona más rica en pesca en el Atlántico suroriental se queda sin sus más preciados recursos "gracias" a los intereses de países que alimentan sus cerdos y sus pollos con harina de pescado del antiguo banco sahariano.