La Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (Iccat, por sus siglas en inglés) no adoptará en la reunión anual que finaliza hoy ninguna medida que extienda la prohibición de cortar aletas de tiburones a bordo de los pesqueros. Es decir, la Unión Europea ha fracasado por quinto año consecutivo al intentar ampliar la normativa que aplica sobre la flota palangrera comunitaria. El veto de los países asiáticos volvió a resultar clave, con China, Japón y Corea.

El sector pesquero gallego rezaba por que "esta vez" se desencallase el bloqueo y su flota dejase de estar en desventaja frente a la asiática. Sin embargo, en un debate de tan solo 10 minutos la respuesta volvió a ser la misma: "No dieron ni excusa: 'Ya conocen nuestra posición, gracias'", explicó Joaquín Cadilla, de la Organización de Palangreros Guardeses (Orpagu). De esta manera, la flota gallega seguirá sufriendo los problemas operativos y económicos que supone el no poder cercenar las aletas a bordo.

La norma entró en vigor en 2013 y desde entonces Bruselas ha intentado extenderla a todas las organizaciones regionales de pesca (ORP) en las que la UE figura como parte contratante. "Es lo mismo año tras año. No hay consenso y no se adopta", lamenta el secretario general de Cepesca, Javier Garat.

La reunión de la Iccat no deparará mayores sorpresas para el palangre gallego, al no tocarse la situación de las pesquerías de tiburón o pez espada del Atlántico. Sin embargo, si está en peligro el suministro de atún patudo. Según Garat, las posturas de los países asiáticos (sobre transbordos u observadores) también suponen trabas a la gestión de la pesquería. La flota calcula pérdidas de 80 millones de euros ante el recorte en las capturas.