La Secretaría General de Pesca ultima un nuevo borrador de Ley de Pesca que, iniciado ya por al anterior Gobierno del PP, presentará estas semanas el nuevo Ejecutivo del PSOE. Un borrador que, conocido ya en algunos términos por los responsables de las distintas organizaciones de bajura, no hace concebir ni las más mínimas esperanzas de que aporte soluciones al caos al que se ve sometido este subsector de la pesca artesanal.

Aunque la de cerco no va a ser la flota más afectada por los descartes, tampoco se sabe a ciencia cierta cómo se va a imponer esta medida, máxime cuando -como hasta ahora sostiene la administración pesquera- no se permite el transbordo a otro barco que no haya pescado de las capturas efectuadas por otro en cantidades que permitirían la rentabilidad adecuada para ambos.

Desde el año 2012 los responsables del cerco gallego solicitan con insistencia que se permita, como siempre han hecho, la realización en lugar seguro y antes de que las embarcaciones lleguen a puerto, de un transbordo que no perjudica a nadie y que, muy al contrario de lo que se cree, puede resultar beneficioso para ambos buques y que uno de estos pueda seguir pescando.

El nuevo borrador no parece atender la demanda de los cerqueros si no es un intercambio con buques de otras flotas. Pero queda en el aire determinar qué flotas y qué intercambio de cuotas se podrán realizar en el caso de que, efectivamente, ese intercambio o cesión de capturas se consienta.

No hay viento a favor para el cerco. Todo lo contrario: auguran malos tiempos, los peores, para esta flota. Máxime después de comprobar cómo para poder seguir viviendo -mal, pero viviendo- se han visto en la obligación de comprar cuota de anchoa a Andalucía. Ochocientas toneladas, a 0,40 euros el kilo, para ser vendida con una diferencia no superior a los 10 céntimos el kilo.

Se preguntan si esta va a ser la tónica a seguir porque, de ser así, no ven otra salida que el amarre de barcos, cuando no su desguace. "Antes quemo la embarcación", asegura un armador que no encuentra una salida decorosa para un sector que ofrece tanto empleo y beneficio económico a las poblaciones costeras de Galicia.

Si la nueva ley no cambia sus expectativas, los cerqueros tampoco ven vías de salvación para una flota de 200 barcos que hace aguas por todas partes debido a que cada vez se restringe más su actividad.