Hace apenas dos semanas que el Instituto Español de Oceanografía (IEO) de Vigo hizo público un hallazgo que revolucionará el sector marítimo y pesquero a medio plazo: la reproducción con éxito de pulpo en cautividad. En el equipo que patentó el descubrimiento están tres biólogos que se mantuvieron en el anonimato, hasta ahora: Ricardo Tur, Pablo Touriñán y Pablo García.

García, de 27 años, lamenta cómo, desde que salió a la luz el descubrimiento, la creencia popular es que el pulpo de piscifactoría no tendrá el mismo sabor que el de ría. "Pero no será así. Podemos decir que sabrá igual o incluso mejor. Hay que tener en cuenta que la alimentación de los pulpos en cautividad será a base de descartes pesqueros, como cabezas de calamar, y que normalmente acabarían o en el propio mar o en la basura. Los pulpos de ría, sin embargo, son muy oportunistas y comen mucho, incluso la carroña de otros peces", explica el investigador vigués, que añade además que los cefalópodos de cultivo estarán libres de los parásitos que tienen los naturales, lo que también aumentará la calidad del producto. "La gente que lo vaya a comer, sino conoce el origen, no podrá distinguir los pulpos criados en cautividad de los naturales", afirma García.

Pescanova ya se hizo con los derechos de la patente y, como apunta el tinerfeño Ricardo Tur, se espera que el pulpo de piscifactoría llegue a los mercados "en cuatro o cinco años".

Los investigadores, no obstante, aseguran que este descubrimiento abre muchas más posibilidades además de su uso alimentario. "Por ejemplo, en el mundo de la biomedicina. Los pulpos regeneran todos sus brazos, por lo que el potencial que tiene en células madre es brutal", señala Tur. Además, al ser uno de los pocos animales que pueden regenerar su sistema nervioso, los biólogos consideran que en un futuro los resultados de la investigación se pueden aplicar en acciones médicas como la reconstitución de la retina o del propio ojo, y "es muy interesante para tratar algunos tipos de parálisis en un futuro". "A nivel de comportamiento son invertebrados y presentan una inteligencia muy desarrollada, desde el punto de vista evolutivo son muy interesantes pese a que tienen un tiempo de vida de apenas dos años. Las larvas aprenden día a día y lo hacen de forma inmediata", subraya el biólogo vigués. Su compañero, Pablo Touriñán, natural de Muxía, señala que son capaces de crear estrategias para "eliminar cualquier marca de cacería que haya hecho lejos de su guarida. Es capaz de un sinfín de cosas".

También se podrá explotar en el mundo de la robótica pues, según los investigadores, las prótesis para seres humanos se inspiran en el movimiento de los brazos del pulpo, que no es un movimiento rígido sino dinámico. En definitiva, es lo que se busca en un ser humano, que la prótesis permita actuar de forma natural.

Al resultado final se ha llegado después de meses y meses de trabajo, sin descansar ningún día de la semana (ni siquiera los festivos), hasta el punto de que alguno de los investigadores ha llegado a perder alrededor de siete kilos de peso. Horas y horas de observación y trabajo delante de los tanques del IEO donde están las crías. Si han llegado hasta aquí, precisamente, es porque no se lo han tomado como un trabajo sino porque hacían lo que les apasiona. La clave de conseguir que las larvas del pulpo lleguen a la fase juvenil no es únicamente la alimentación, apuntan, "sino que también hay mucho de intuición y capacidad de adaptarse rápidamente al cultivo. Durante quince años ha habido unas líneas muy marcadas y había que intentar ir un paso más allá. Necesitábamos hacer algo rupturista", asegura Pablo García. Por cuestiones de patente, no obstante, no pueden dar demasiados detalles del proceso.

El descubrimiento tuvo repercusión en todo el planeta. "En el mundo somos los únicos capaces de hacer esto, que se dice pronto. Quedará siempre que somos los autores de la patente. Cerrar el cultivo de una especie es lo máximo en nuestra profesión", manifiestan los biólogos. Científicos de Estados Unidos, México y de varias partes del mundo llevan más de veinte años intentando reproducir el pulpo en cautividad y han sido ellos, junto con Pedro Domínguez, investigador del IEO, los que lo han conseguido. "Se nos ponen los pelos de punta solo de pensarlo", y celebran que el descubrimiento permitirá reducir la presión sobre las reservas naturales de pulpo. "El sector pesquero se va a beneficiar", aseguran.

El siguiente paso en la investigación es que los juveniles lleguen a adultos, se reproduzcan, tengan larvas y hacer análisis de parentesco, "pues una hembra de pulpo puede ser fecundada por varios machos distintos. Ellas mismas se autofecundan y las larvas pueden ser hermanas. Ahí es donde pruebas que has cerrado la especie, porque a nivel genético demuestras que se han reproducido hermanos entre ellos", concluye Pablo García.