Hace tan solo unas semanas, integrantes de Greenpeace Rusia descubrieron la existencia de 11 orcas y 90 belugas que esperan ser vendidas ilegalmente a parques temáticos en China. Cada ejemplar puede valer hasta 6 o 7 millones de dólares en el mercado negro. Por si hubiera sido poco el aviso de Japón de que abandonaría la Comisión Ballenera Internacional (CBI) para cazar ballenas allí donde estas se encuentren -con la excepción, han aclarado las autoridades niponas, de sus aguas económicas exclusivas- el descubrimiento de los ecologistas rusos les permite hablar sin ambages de la existencia de una "cárcel de ballenas", incluso vigiladas por personal armado, situada en la bahía cercana a la ciudad de Makhodka, en la costa oeste.

Lo animales están confinados en una especie de celdas submarinas en cada una de las cuales hay varios ejemplares en condiciones que violan todas las normas sanitarias y veterinarias.

Confirman los ecologistas que ya son tres la crías de beluga que han muerto. Para sobrevivir al frío del invierno, estos animales marinos necesitan nadar constantemente, algo que no pueden hacer atrapadas en un recinto tan pequeño.

La caza comercial de ballenas está prohibida desde el acuerdo por el que en 1986 se impuso una moratoria en principio aceptada por todos los países que integran la CBI. Pero Japón y Noruega rompieron el pacto, al igual que hizo posteriormente Islandia. Barcos de estas tres naciones continúan cazando ballenas amparándose en un vacío legal que permite la captura de cetáceos con fines científicos y culturales cuando, en realidad, el único interés que los mueve es el económico puesto que de la ballena y con destino a distintas industrias lo más preciado es la carne, el aceite y los huesos.

Por sus ritmos de reproducción tan lentos y el hecho de que todas sus poblaciones se han visto seriamente reducidas -sino casi extinguidas- la protección de estos increíbles y fascinantes animales ha sido siempre una prioridad para la inmensa mayoría de los seres humanos y, obviamente, los ecologistas.

La fiscalía rusa ya está investigando esta "cárcel de ballenas" y se ha abierto una causa penal. Al mismo tiempo los ecologistas trabajan para conseguir rápidamente la liberación de orcas y belugas en las condiciones necesarias para evitar que mueran.