Sí, también el mar tiene cloacas. Y estos sumideros son consecuencia de la excesiva porquería que en el mundo acumulamos los que, teóricamente, somos consumidores de lo que las aguas marinas cobijan y que nosotros ignoramos porque, como se dice habitualmente, el hombre sabe más del espacio exterior que de lo que la Tierra guarda en los fondos abisales. De estos tenemos muestras de cuando en vez, gracias a que algunos de sus seres aparecen muertos y nos aproximamos a su realidad vital más que por sapiencia, por deducción. En esos sumideros del mar están interesadas personas que, tal vez, desprecian sus riquezas faunísticas, pero no aquellas que se derivan del propio "manto" del fondo en el que se formaron minerales, petróleo y gas que garantizan la explotación de unos recursos que en tierra ya son escasos y que califican de fósiles.

Por esas cloacas o sumideros se cuelan últimamente basuras procedentes de un capital que parece ser inagotable: el dinero que fluye de las entidades bancarias para sufragar expediciones científicas que escarban lodos, remueven arena, perforan rocas que han ido conformando siglo tras siglo la riqueza que ahora exige el hombre después de que el propio hombre explotó los peces y mariscos que el mar y su fondo les vino proporcionando.

Agotamos la pesca a marchas forzadas, como si la prisa nos impeliera a hacerlo por un motivo ajeno. La historia de nuestra relación con el mar está cuajada de circunstancias semejantes: agotamos especies, alcanzamos profundidades nunca antes logradas, descubrimos "nuevas" especies que probablemente existen desde hace siglos y logramos comercializarlas, las disputamos a otros países que se consideran con más derecho a explotarlas, delimitamos áreas de pesca y ahora nos sumergimos con máquinas para quebrar la corteza de una Tierra con mucho mar que esconde en su interior el mítico Eldorado negro: petróleo, con el que sustituir al que hemos extraído de la misma corteza terrestre que un día fue cubierta por el mar y que hoy tiene plantas y árboles de los que vivían animales con vida propia que también han servido para que el humano pudiera comer y, por tanto, alimentarse. También a estos hemos agotado de una u otra manera y nos hemos ido a buscar en las cloacas del mar sustitutos: desde la gigantesca ballena al minúsculo kril que las alimenta. Todo nos sirve. Y hemos descubierto que en el fondo marino hay minerales, además de combustibles y comenzamos una nueva era. Para su explotación recurrimos a ese otro sumidero que no es otra cosa que una máquina que fabrica dinero y vuelta a empezar. No sabemos hasta cuándo, pero sí que ya tenemos sustitutos para el petróleo que agotamos a pasos gigantescos. Como complemento, además, jugamos a instalar molinos de viento contra los que nada puede la locura de Don Quijote, que fue caballero andante y no marino. Y nos hemos olvidado de lo esencial: existe el sol y el hombre ha inventado los paneles solares. Estos no matan y el sol no se agota, aparentemente.

¿Tendremos que pescar cloacas para que el mar continúe produciendo peces y que estos nos hagan volver la vista a un mar con muchos barcos y en estos hombres que pesquen a aquellos?

Soñar no cuesta nada.