Ángeles Láuzara, madre de José Ángel, el patrón del pesquero Silvosa fallecido el 20 de diciembre en la maniobra de salida del barco en las puertas de la dársena del puerto de Malpica, no puede contemplar la dársena sin pensar en la posibilidad de que se repitan las circunstancias por las que la embarcación que patroneaba su hijo se fuera de proa contra el cierre de dicha dársena para quedar, durante unos momentos, quilla al sol. Aquí perdió un hijo, pero Ángeles lo tiene muy vivo en su memoria. José Ángel Láuzara tenía 48 años. Era un buen patrón. Un hombre preparado para desempeñar sus funciones en la mar.

"Lo único que quiero es que la rolada de niños del tiempo de mi hijo no olviden nunca lo que son. Yo los he visto crecer y llorar en el colegio San Adrián -en el que ejercí como conserje- cuando suspendían porque tenían miedo a tener que trabajar por no ser buenos estudiantes, decían. Pero en Malpica ya se sabe: el mar es la salida. Y una vez que se enrolaban en un barco era para ellos otro mundo, otra vida. Aman, como amaba mi hijo, el mar. Mi relación con ellos era diaria, permanente, como lo es la relación con mis vecinos. Aquí nos conocemos todos y todos lloramos cuando ocurre una desgracia como la que ahora nos afecta a nosotros".

Precisamente los vecinos están respondiendo a la campaña que se realiza para recoger firmas de apoyo a la petición de la familia de José Ángel para que se modifique la dársena de abrigo y se dé solución al grave problema que, sobre todo para entrar a puerto los pesqueros, significa la que denominan plancha, una barrera natural que genera intensas corrientes que, a su vez, crean problemas como el que hundió hace unas semanas al Silvosa, en las compuertas de esa dársena.

"El barco, cuando viene a Malpica, tiene que atravesar, primero, la plancha. Superado este obstáculo, obviar el que significa el acceso a la dársena. Creo, sinceramente, que alguien se equivocó cuando se diseñó el sistema de compuertas. Que yo sepa, nadie ha muerto hasta ahora en las maniobras de entrada o salida de la dársena, pero sí se produjeron muchos y muy serios problemas, muchos sustos, como el del Santo Domingo. El mar es imprevisible. Y aunque la dársena es un refugio, lo es mientras el barco está a su amparo. No así cuando entra o sale. Esperan en la puerta a que el mar entre, le dan máquina a la embarcación y, con suerte, entran o salen con más o menos peligro. Pero hay que reformar la dársena. De aquí nuestra campaña para recabar apoyos y que los ingenieros diseñen una con mejores prestaciones y más fácil acceso. Hasta el lunes habíamos recogido un total de 1.052 firmas, aunque esperamos muchas más para concienciar a las autoridades y que estas se pongan manos a la obra. Quiero que vengan aquí y se den cuenta de cómo está esto. Que reconozcan que se ha errado y que los parches que se han echado no son sino eso, parches que no solucionan nada. No entiendo que algo que se puede hacer, no se haya hecho ya".

Es el clamor de una madre que espera a que, desde la Xunta, desde la Consellería do Mar, den algún paso en tal sentido. De momento, presumiblemente debido a las fiestas pasadas, nadie se ha dirigido a ella (a pesar de que la conselleira se comprometió a hablar con Ángeles Láuzara) en breve.