Fundamar acaba de finalizar el proyecto Redmar II, con el que han logrado embarcar a tres mujeres en barcos de la flota pesquera. María Caldeiro, gerente de esta fundación formada entre empresarios y sindicatos, explica a LA OPINIÓN cómo ha sido la experiencia y cuál es el papel actual de la mujer en el sector.

-¿Cómo valora los resultados del proyecto Redmar II?

-Es un granito de arena. Esto es una carrera de fondo y somos conscientes. Lo único que queremos es crear un poco de sensibilidad. No vamos a negar que el pesquero es un sector masculinizado, que hay profesiones donde sí está más feminizado (mariscadoras, rederas?), pero hay otros en los que no. No hablo solo a bordo, también en los órganos de decisión y otros ámbitos. Ahora la mujer empieza a aparecer y por eso digo que es una carrera de largo fondo. Las soluciones que tenemos que dar es de manera holística y conjunta, que las propias mujeres confíen en entidades como la nuestra, que lo único que pretende es darles una voz.

-El año pasado lograron tres casos de éxito.

-Sí, a Lidia González le conseguimos dos meses y medio en Malvinas y a Paula Usera en el cerco. Es necesario que una empresa busque un tripulante, que te dejen probar y que exista la necesidad de continuar. En el caso de Lidia surgió la oportunidad, la necesitaron otra vez y la volvieron a llamar. En el caso de Paula se convirtió en una experiencia de una semana y ahora buscará, no sé si en pesca o en otro sector. Después apareció otro embarque para Arantxa Toriza, que saldrá embarcada en un barco de Pesmar para Malvinas.

-¿Solo hubo esas tres ofertas en todo el año?

-Aparecieron otras dos más: uno para marinera-cocinera en Gran Sol que no fuimos capaces de cubrir y otra de oficial de máquinas para un palangrero de superficie. En el segundo caso no encontramos a nadie con experiencia en pesca, porque no teníamos candidatas que tuvieran relación con frío. La armadora, que es mujer, intentó contratar a una mujer por todos los medios.

-Pero recibieron 40 candidatas. Es un buen número.

-Sí, pero para poder embarcar quedaron 14. El motivo es que muchas mujeres que se presentaron eran biólogas o licenciadas en Ciencias del Mar. Conocieron el proyecto y pensaron que podría enfocarse más a la investigación; tienen la titulación mínima para ir en un barco porque han ido en calidad de biólogas u observadoras, pero no era lo que buscábamos.

-¿Qué barreras han identificado a bordo?

-No tenemos una muestra de tantas mujeres y tantas experiencias como para sacar conclusiones. Ahora lo que conocemos son las barreras iniciales; dentro es lo que dicen ellas, que son compañeros. Al final es tu capacidad de trabajo y tu honestidad la que te hace un buen profesional, seas hombre o mujer.

-Los resultados, ¿mejoran lo logrado en el primer Redmar?

-Es que en el primero no nos lo planteamos como ahora. En ese caso llevamos a una persona a un barco para que nos contara y evaluara su experiencia a bordo. En este proyecto ya nos pusimos manos a la obra orientadas por un colectivo que llamó a nuestra puerta para decirnos que estaban aquí. Dijimos: hay que reforzar la red, porque si las escuelas y asociaciones no conocen qué está pasando no podemos ayudarlas; por otra parte, vamos a intentar que los armadores las contraten. Para mí ha sido un salto cualitativo, aunque puedo entender que se crea que los pasos se han dado de forma lenta.

-¿Qué espera de Redmar III?

-Esperamos que las administraciones sigan sensibilizadas con el papel de la mujer en la pesca. Parece que lo están, pero ahora es momento de que hagan una apuesta decidida. Por soñar, nos encantaría ser el portal de empleo en igualdad de oportunidades, es decir, hacer de Redmar una red de trabajo en el mar siempre con la diferencia de que da igual que seas hombre o mujer. Intentar casar las demandas por partes del sector y las ofertas de mujeres y hombres titulados que buscan un hueco en la pesca.

-¿En qué otros proyectos está Fundamar?

-El año pasado fuimos premiados por el vídeo "Puntada invisible", sobre las rederas. Tenemos "Sereas", junto a la Fundación Anfaco para poner en marcha acciones de divulgación en torno el sector pesquero. Ahora nos encantaría contar la historia de la mujer en clave de género porque lo que nos ha enseñado "Puntada invisible" es que contando la historia se consiguen cosas: las rederas tenían pequeñas demandas y ahora algunas las han conseguido afrontar. Entonces pensamos: vamos a contar la historia de las mujeres que clasifican, comercializan, que son pescantinas... debemos subrayar que la mujer está presente en toda la cadena de valor.