Desde hace más de treinta años, las autoridades pesqueras argentinas además de guardar celosamente las aguas de su Zona Económica Exclusiva (ZEE) mantienen una vigilancia permanente sobre la, ahora, veintena de buques españoles „mayoría gallegos„ dedicados a capturar pota y merluza a partir de la milla 201. Fue una verdadera persecución la ejecutada por las patrulleras argentinas sobre los barcos gallegos, no ya en aguas de su ZEE, sino contraviniendo el Derecho Marítimo Internacional con incursiones más allá de las aguas de su competencia.

Argentina fue uno de los países promotores de la no lograda reforma del Derecho Marítimo Internacional en el sentido de ampliar la ZEE, pretensión en la que acompañaban al país austral, entre otros, Perú y Australia.

A pesar de ese empeño, Argentina vio cómo en los últimos años, además de la creación de sociedades mixtas „de la mano en gran medida de la Unión Europea y, particularmente, España„ se le han "colado" por la puerta trasera de la milla 201 centenares de pesqueros japoneses, coreanos y chinos que capturan ingentes cantidades de pota sin respetar el más elemental de los derechos de pesca de los demás buques en el área y estableciendo una competencia desleal que, en cualquier momento, puede provocar un desgraciado accidente que supere en daños al recientemente registrado por colisión entre un buque chino y otro gallego (el Pesca Vaqueiro, histórico entre los gallegos "asentados" fuera de las 200 millas. Como ya es conocido, el navío chino se ha hundido y sus tripulantes fueron recogidos por el pesquero gallego que los condujo a puerto uruguayo sanos y salvos.

Esta vez hubo suerte. Pero ese afán loco por capturar pota y la competencia desleal y de falta de cordura en las zonas de pesca „no tienen en cuenta las reglas del juego„ pueden deparar en una desgracia irreparable por coste de vidas humanas.

Hay que sumar la sobrepesca por la enorme concentración de barcos dedicados a la captura de la pota en aguas al sur de la ZEE argentina. Esa saturación no es buena para nadie. Menos para los propios argentinos. Y ya no digamos para los intereses económicos y sociales de la casi veintena de arrastreros gallegos que se mantienen en el área.

Toda la fuerza legal a la que decían recurría las autoridades argentinas, nada tiene que hacer actualmente frente a los numerosos buques de distintas nacionalidades que aprovechan unas aguas que fueron ricas y que, desgraciadamente, ya no lo son tanto.