En mayo de 2019 pocos árboles quedarán por florecer habida cuenta que el reventón llegó en marzo y ha cuajado en abril. Mayo, pues, a todos los efectos, no parece a priori ser el mes más propicio para hacer buena la famosa canción que auguraba al mes de mayo el conocimiento de si la flor sería una rosa o un clavel. La respuesta, en la misma copla que dio a conocer al mundo Gracia Montes: el mes de mayo te lo diré. Y en mayo será cuando Portos de Galicia inicie los trabajos de limpieza de casi una veintena de dársenas de otros tantos puertos autonómicos. En mayo será, además, cuando se cumplan los primeros cinco meses de la muerte en la bocana de la dársena de Malpica de José Ángel Sanjurjo Láuzara, patrón de la embarcación Silvosa que abandonaba a escasos días de las fiestas navideñas el refugio de su puerto para tratar de pescar aquello que en tierra se demanda.

Como es conocido, no fue posible: José Ángel perdió la vida en ese maldito escalón en el que otros muchos han pasado apuros tanto para entrar en el cobijo de la dársena como para dejar este. Y cinco meses más tarde, la vida perdida en un absurdo momento que alguien pretende prolongar al no dar solución al problema de ese escalón, continúa marcando los miedos de todos los usuarios de esa dársena en la que, hasta el momento de la muerte de José Ángel, todos los temores pasaban por la respuesta al escalón y la enorme corriente de ese tramo de la bocana de la dársena.

Ha habido compromisos expresos por parte de aquellos que más tienen que ver con tal estado de cosas: Portos de Galicia y Consellería do Mar. Compromisos con los deudos del muerto, compromisos con la cofradía de pescadores local, compromiso con la villa de Malpica. Pero ha pasado el día y la romería se ha quedado en los aledaños del barrio compostelano de San Lázaro: ni Portos de Galicia, ni la Consellería do Mar han cumplido en estos cinco meses de petición constante, permanente, de los familiares de José Ángel que quieren que, en memoria de este marinero, se acometan las reformas necesarias encaminadas a, sobre todo, asegurar las maniobras de los barcos que entran o salen de la dársena y, con ello, dar también una mayor tranquilidad a los usuarios de esas instalaciones y a sus familias.

Las promesas, como siempre, se las lleva el viento. Quedan, sí, algunas fotografías y las reseñas de los medios de comunicación cuando, en las casi navidades, las lágrimas de cocodrilo se hicieron escalones al cielo de los marineros. Aquí, en los despachos, estaban seguros de que José Ángel no vendría a reclamar. Pero a Portos de Galicia y a la Consellería do Mar les ha salido una fístula en salva sea la parte que alimentan en el día a día los familiares del patrón muerto. Y no van a parar hasta ver con sus propios ojos que ambos organismos de la Xunta acometen de una vez por todas las obras necesarias para hacer cuando menos más segura la bocana de la dársena de Malpica a la que mira insistentemente la ballena de Lugrís.

Ojo a la fístula: puede ser muy dolorosa, especialmente a la hora de tomar asiento.