Uno estaba convencido de que el descuido de Portos de Galicia para con las instalaciones del peirao de Portosín era algo así como la oveja negra del rebaño del ente público dependiente de la Consellería do Mar (y por tanto responsabilidad última de esta) en lo que respecta a la nave de redes, servicio de agua caliente para las duchas del personal marisquero (que no funciona desde hace más de dos semanas, por lo que los mariscadores han de ducharse „si quieren hacerlo„ con agua fría) y un inservible servicio de suministro de combustible que, por carecer también de corriente eléctrica, obliga a los barcos locales a desplazarse a los vecinos puertos de Muros y O Son.

Pero esa convicción del que suscribe se ha venido abajo al conocer de los males similares de otros puertos, entre estos uno de los de mayor actividad pesquera como es el de Ribeira, donde las rederas no están mejor que sus compañeras de Portosín.

Así ha trascendido gracias a la denuncia de una de ellas que, con fotografías incluidas, publica la queja en las redes sociales culpando de todo este desaguisado al máximo responsable de Portos de Galicia y a la conselleira do Mar. ¿Qué es lo que ha llevado a tan lamentable estado a todo un tinglado portuario autonómico del que, en la inauguración de la nave de redes de Sada, el entonces presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga Iribarne, se vanagloriaba de un servicio que, dijo entonces, haría más grato el trabajo de estas mujeres absolutamente entregadas a una faena dura pero necesaria en el sector de la pesca de bajura? ¿Qué hubiera dicho el presidente Fraga ahora? ¿Lo consentiría? ¿No rodarían cabezas? Probablemente, y dado su carácter, sería impensable que tal estado de cosas pudiera producirse.

Portos de Galicia se responsabiliza de la gestión de un total de 122 puertos de distinta entidad en toda la zona marítimas de la comunidad autónoma gallega, con un movimiento general próximo a los dos millones de toneladas. Las tasas portuarias, tanto por atraque de buques como por cesión de espacios no son, ni mucho menos, baratas. Esto hace pensar que lo que recauda, sumado a lo que la Xunta de Galicia destina a su funcionamiento, ha de ser suficiente para la prestación de una atención mínima a las instalaciones que se indican.

¿Dejadez?

Tal vez si los responsables del buen funcionamiento de los puertos autonómicos tuvieran que prestar sus servicios en las mismas condiciones que lo hacen las rederas, la canción sería muy otra.

Portos de Galicia no puede naufragar en tierra.