La sardina, en 2019, no está como para fiestas. Ni siquiera en el San Xoán, que es cuando, en teoría, debe pingar el pan. La biomasa de la humilde sardina „dice el Instituto Español de Oceanografía (IEO) de Vigo„ está más bien en situación de riesgo porque el stock se mantiene en bajos niveles de biomasa. "El más bajo de la serie histórica", apunta la investigadora Isabel Riveiro, que ha participado en distintas campañas de evaluación de la especie. El sector pesquero no está en esa línea, aún reconociendo que la presencia de la sardina en aguas del caladero nacional Cantábrico Noroeste no es el que desean. Pero tampoco es como para proceder, conforme a los planteamientos científicos, al cierre de la pesquería durante los próximos quince años.

De tomar tal decisión, puede que el stock se recupere y retorne a niveles que el Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES) considere adecuados para la vuelta a la normalidad. El problema está en que, efectivamente, habrá sardina en el caladero pero no habrá barcos para pescarla. ¿Qué hacer, entonces? Cerrar la pesquería, tal y como se recomendó en junio del año pasado, no tiene sentido para los pescadores del Cantábrico Noroeste y Golfo de Cádiz. Máxime cuando esta vía de salida no cuenta con ayudas económicas que palíen esa parada biológica, Y el acuerdo con Portugal no va a durar toda la vida,

El panorama no es, ni mucho menos, halagüeño.

La Comisión Europea tampoco plantea soluciones realistas. Las únicas que ofrece conducen a la ruina tanto a armadores como a tripulantes. La Unión Europea decide desde un despacho. No se moja los fondillos en la mar.

En distintas comunidades autónomas surgen voces llamando a la protesta callejera y la paralización sin contemplaciones de la flota de bajura en todas sus modalidades. No se descarta un amarre, porque la Secretaría General de Pesca no ofrece nada a cambio. Seis mil trabajadores del sector no aguantan más, por lo que no sería extraño que, de un día para otro, sindicatos, cofradías de pescadores y organizaciones del sector dieran un paso adelante y cogieran el toro por los cuernos, como lo estibadores hacían en la obra de teatro „posteriormente llevada al cine„ Panorama desde el puente, en la que los estibadores neoyorquinos „muchos de ellos gallegos„ sentaban los principios por los que la actividad portuaria en los suburbios de Nueva York se han venido rigiendo en el último siglo.

La sardina tiene, a día de hoy, un negro panorama. Esta vez, desde los despachos.