Es evidente que, en materia de pesca, no hay término medio: cuando el arrastre acusa al cerco de pesca indebida y venta "en negro", faltan días para que un arrastrero haga lo mismo en fin de semana. De este modo, tal para cual o "unos por otros, y la casa sin barrer". Porque lo cierto es que quien roba a un ladrón, parece hallar perdón a largo plazo.

Si se establecen unas reglas, si los propios pescadores fijan cupos de pesca, si la Administración marca días de pesca (de lunes a viernes) para que el arrastre, el cerco y todo lo que se mueve en este país que es Galicia tenga continuidad en el presente y futuro, no cabe la menor duda: hay que respetar todo ello y no venir con respuestas como la que una organización cerquera gallega daba a este cronista hace semanas cuando criticaba el hecho de que uno de sus asociados con base en Portosín se hubiera saltado las normas que la propia asociación había establecido: "Hay que entender que lo están pasando muy mal y de algo tienen que vivir". Parece que aquellos que respetan lo pactado lo pasan bien o por lo menos mejor que los que no lo hacen.

¿Qué pensarán los arrastreros de ese compañero que ha salido a pescar en día no permitido, en aguas no permitidas y que hubiera vendido sus capturas de no haber sido localizado por alguien que lo ha denunciado?

Un grano no hace el granero, pero ayuda a su compañero, dice el refrán. Volvamos por pasivo el planteamiento: que un arrastrero o un cerquero pesque donde y cuando no debe o que lo haga en una cantidad que supera con mucho el tope acordado, no ha de significar necesariamente que todo el colectivo pesque de manera irregular, ni que las tripulaciones de los barcos de esas modalidades de pesca sean unos delincuentes. Pero a las manzanas podridas hay que separarlas de las sanas para que estas no se estropeen. No sé lo que harán las organizaciones de barcos de arrastre; pero la que cito como amparadora del que ha consumado un hecho reprobable ha dejado bien claro que ni expulsa al infractor, ni asume que este haya cometido una falta que sus muchos otros compañeros de organización no cometen. Y tampoco sé con certeza si disculpan o no. Sé de buena fuente que otros cerqueros, adscritos o no a otras entidades asociativas profesionales, critican el hecho de la pesca no legal. Pero de ahí no pasa nadie. De no ser por el Servizo de Gardacostas de Galicia o la Guardia Civil del Mar, las infracciones a las que aludo pasarían sin pena ni gloria.

¿Quién tirará la próxima piedra al endeble tejado del sector pesquero gallego? ¿Solo condenamos a los vascos que vienen a pescar y vender aquí sus capturas, a los pelágicos franceses, a los arrastreros portugueses que pescan durante los fines de semana en aguas gallegas cuando los barcos de aquí descansan por obligación y, en buena medida ya, por convicción?

Lo dicho: unos por otros, y la casa sin barrer. Pero nos quejamos.