Paula Usera está vinculada al mar desde hace 15 años. Empezó como marinera y después se formó como patrona. Las trabas con las que se encuentra para ejercer su profesión no solo se las encuentra en la pesca, sino también en otros ámbitos como el recreo. Usera señala que ahora empiezan a pedirles currículums a las mujeres por la falta de tripulación, aunque sostiene que los armadores "no están por la labor de coger mujeres".

¿Cuánto tiempo lleva vinculada al sector pesquero?

15 años. Primero estuve de marinera y después fui a la escuela náutica, donde saqué la FP de patrón. He trabajado en pesca deportiva, estuve en el atún en el Estrecho, una semana en el cerco, en supplies reparando el emisario submarino de la luz que va de Ibiza a Formentera, hice bastantes traslados alrededor de España y trabajé en el recreo. Nunca tuve problemas con mis compañeros, más bien al contrario ya que siempre hemos tenido muy buena relación. Nuestro problema es que nos contraten y confíen en nosotras.

¿Por qué optó por dedicarse a esta profesión?

Hasta que llegué el primer día y vi que era la única mujer en clase no me di cuenta de lo difícil que sería. No pensé que iba a tener tantos problemas para embarcar hasta que me vi así. Incluso los propios profesores me decían que iba a ser difícil. Pero yo lo tenía decidido, tenía una profesión y creo que el lujo es trabajar donde a uno le gusta, así que seguí. Básicamente necesitamos que los armadores confíen en nosotras y nos den una oportunidad. Es tan sencillo como si ven que no valemos nos manden a la calle, pero antes probarnos. A una compañera le dieron la oportunidad en Malvinas y la siguen llamando.

¿Por qué los armadores son tan reticentes a contratar a mujeres o darles una oportunidad?

Porque creen que no vamos a soportarlo y porque piensan que meter a una mujer entre tanto hombre va a crear un problema en el barco. Sin embargo, las biólogas llevan yendo muchos años en los pesqueros, aunque se ve como algo diferente porque es alguien que anda por el barco viendo el pescado. Ahora empiezan a llamarnos porque la gente no quiere ir al mar al estar mal pagado. De momento piden currículums, pero los armadores no están por la labor de coger mujeres. Ahora mismo hay una en Malvinas, que es patrona de altura y lo ha conseguido ella sola, con muchas reticencias al principio, pero si repite es porque vale. El problema no solo está en la pesca, sino en todo lo relacionado con el mar.

¿Sigue habiendo tópicos relacionados con la mujer?

Sí. Al final en un pesquero lo importante no es la fuerza física, sino saber andar por él y tener maña. Una vez fui a entregar el currículum a una de las empresas más importantes de pesca en Vigo y me preguntaron que si era para mi marido. Imagínate mi cara. Les dije que era para mí y la respuesta fue preguntar si era para oficinas y les contesté que era para embarcar y me dijeron que no solía haber mujeres en los barcos. Hace dos años me ofrecieron un trabajo en pesca en el Mediterráneo y cuando lo tenía todo zanjado me llamó el otro oficial para decirme que la mujer del capitán y de otros marineros no querían que fuera otra mujer en el barco. Y por culpa de eso no pude ir a esa marea ni a esa pesca. También me suelen preguntar si siendo madre no me da pena dejar a la niña. Me parece increíble porque no conozco a ningún hombre al que se la hayan hecho.

Participó en el proyecto Redmar de la Fundación para la Pesca y el Marisquero (Fundamar), ¿en qué consistió?

Fue pasar una semana en un barco de cerco. Estuve muy bien con toda la tripulación y aprendí muchísimo. Iba de oficial, compartía camarote con el otro y no había ningún problema. Muchas veces se cree que uno de los problemas puede ser este, pero no es así. En los de recreo llevamos años coincidiendo los cocineros, marineros y nosotras en un mismo espacio y nunca nadie dijo nada. Descubrimos que la manera de que nos contraten es que nos vean en un barco y adquirir experiencia. Al principio en el recreo me llamaban para ir de azafata cuando tenía más experiencia de marinera que la persona que iba en ese puesto, al que tenía que enseñar yo.

Estuvo en un atunero en el Estrecho, ¿cómo fue la experiencia?

Fui en un barco privado de pesca deportiva australiano, una embarcación de dos millones de euros, muy preparada. Fue toda una experiencia. Se pescaba con caña y por lo menos pude tener contacto con la pesca, a mayores de esa semana que estuve en el cerco. En el Estrecho la actividad es diferente porque es otro mar. Estuvimos pescando por todo el Mediterráneo durante 15 días. No capturabas atunes todos los días porque es una lotería. Al final conseguimos pescar cinco.

¿Los únicos contactos que tuvo con la pesca fueron cuando estuvo en el cerquero y en el atunero?

Sí, directamente fue el contacto que tuve con la pesca. Es bastante complicado que te den la oportunidad. Y la vez que tenía todo para ir de nuevo me llamaron para decirme que las esposas de los marineros no querían una mujer en el barco. Imagínate el planchazo, porque sabes que no es culpa tuya. Si me dijeran que me faltara un papel o no les valiera aún. Pero en este caso, ¿qué haces contra eso? Esa situación y cuando me preguntaron si el currículum que entregaba era de mi marido fueron las dos cosas que más me sorprendieron. Pero estamos normalizando nuestra situación.

¿La alternativa que tiene para seguir navegando es el recreo?

Sí, y el pasaje. Pero porque la gente no quiere ir al mar. Ahora no es como antes, no se pagan los mismos sueldos. Las condiciones laborales sí que mejoraron, pero las económicas no, incluso empeoraron. La gente ya no renueva las titulaciones, por lo que se queda en tierra. El mar es una lucha continua. Por ejemplo, acabo de ir a hacer el reconocimiento médico, que caduca y sin él no puedes embarcar. Son muchas cosas y los marinos en España cada vez lo tenemos peor. Ahora la gente que sale de la náutica tiene que hacer un año de prácticas y cuesta mucho hacer esos días de mar porque tienes que ir de marinero y las empresas quieren a gente con experiencia.