Hace medio siglo, A Coruña reciclaba el vidrio sin apenas darse cuenta. Lo hacía de un modo simple: retornando a los pequeños supermercados de entonces (apenas comenzaban su instalación en territorio nacional las grandes superficies extranjeras) las botellas de agua, vino y otras bebidas a cambio de unos céntimos. Es el mismo sistema que emplean actualmente en distintos países de nuestro entorno, con un resultado que España no alcanza porque, sencillamente, el reciclado de vidrio se supone se efectúa mediante el depósito de las botellas utilizadas en los contenedores o "iglús" verdes instalados por los municipios en sus calles y sin que nadie ratifique la seguridad de que tal reciclado se efectúe realmente. Lo mismo ocurre con las materias orgánicas e inorgánicas que, si bien se separan en casa, muchas veces las unen los empleados de los concesionarios del servicio de recogida de basuras en los camiones que se encargan de ello.

¿Qué es lo que impide que el retorno de esas botellas de cristal se deposite en los mismos centros comerciales en los que se adquieren y que estos primen con céntimos de euro tal devolución? ¿Y por qué no recompensar asimismo la devolución de los envases plásticos „botellas„ de un solo uso como se hace en Francia, Alemania, Noruega, etc.?

España apenas recicla el 25% de los envases plásticos que utilizamos. El resto acaba contaminando el medio ambiente en vertederos o incineradoras, sin contar los que son exportados a países como Malasia. De esos vertederos e incineradoras, buen número de las botellas van a parar al mar. Este es el motivo por el que la organización ecologista Greenpeace ha llevado la protesta a la calle y solicitado leyes más restrictivas por parte de las administraciones y un sistema de gestión de residuos que realmente funcione en España.

La misma ONG afirma que Coca-Cola es la marca que más contamina el planeta con sus plásticos, "y lo lleva haciendo desde hace varios años".

Las botellas de plástico tienen la culpa: alrededor de 300.000 botellas de plástico salen cada hora de la fábrica que la marca norteamericana tiene en Austria. Muchas de estas botellas acabarán en el mar, poniendo en peligro a especies como las tortugas, las ballenas y las aves marinas en todo el mundo, porque las botellas no se degradan, o, si lo hacen, tardan decenas de años en el proceso.

Una botella retornable de vidrio podría reemplazar hasta 50 botellas de plástico de un solo uso. Pero los embotelladores prefieren seguir con su "lavado de imagen verde" y haciendo concebir falsas esperanzas a una ciudadanía que, en España, había comenzado a asumir la necesidad de prescindir de las bolsas de plástico para transportar sus compras en los hipermercados sobre todo después de comprobar que, obligadamente, el usuario de tales bolsas han de abonar por estas un promedio de cinco céntimos por cada una, lo que no es sino otra fuente de ingresos para las tiendas que las expiden.