Profesionalidad, cooperación, diálogo, futuro, tradición, sostenibilidad, respeto. Todo esto, y algo más, en una especie de grafiti de diseño en la pared de fondo del salón de actos de la Federación Galega de Confrarías de Pescadores que acogió el encuentro entre los miembros de esta y los representantes máximos de la Consellería do Mar en una jornada técnica informativa en la que se ha hablado de un entendimiento que, en verdad, pocas veces existe. Muchas veces por dejación. Porque de futuro se ha hablado, se habla y se hablará siempre y así desde hace más de un siglo en el seno de los pósitos gallegos. Lo mismo se puede decir del respeto, que ni lo ha habido, ni lo hay y uno no sabe si lo habrá entre partes que debieran encontrarse permanentemente. La tradición va con las propias cofradías, herederas de aquellos bien nacidos y luchadores gremios de mareantes que nunca fueron bien entendidos y que, tanto en Pontevedra como en A Coruña, fueron ejemplo a seguir pero que nadie siguió. La sostenibilidad es empeño de ambas partes, federación y consellería, y así les va: ninguna de las partes se apea de la burra y todo cuanto se diga de la necesidad de entendimiento entre ellas las conduce a un mayor desencuentro (y todo ello a pesar de que algunas entidades u organizaciones pesqueras consideran que la Consellería do Mar obra conforme a las necesidades del sector pesquero).

Hay más desencuentros que encuentros propiamente dichos, entre el órgano rector del presente y futuro de la pesca en la Comunidad gallega y el que rige „es un decir„ el deambular de los pósitos, expuestos estos a una parálisis permanente dada su enorme dependencia de los dineros públicos insuficientes a todas luces y la poca disponibilidad de los medios necesarios para cumplir cuanto barcos de pesca y marineros precisan para sobrevivir en un mar que solo es noticia cuando, como acontece estos días, la tragedia manda.

Las cofradías son un regalo incómodo para la Consellería do Mar, que ha tenido que aceptarlo porque le vino impuesto. Pero no nos llamemos a engaño: nadie quiere regalos con dientes, porque a estos hay que alimentarlos y desde la Xunta no se le ven beneficios al engorde. Las jornadas técnicas informativas no son sino la justificación de unos encuentros diseñados como los grafitis de la pared que, como telón de fondo de la Federación Galega de Confrarías, puede con todos los decires. Pero no va más allá del mero saludo protocolario y la sonrisa forzada.

Algún día una de las dos partes tendrá que poner pie en tierra „bajarse de la burra„ y sopesar lo que para el sector pesquero y marisquero significa este seguir mirándose de reojo y con una forzada sonrisa. Porque se necesitan, aunque no lo quieran. Y Galicia precisa de esa pregonada cooperación, sostenibilidad, tradición, respeto, profesionalidad y diálogo que proclaman desde una pared a la que miran pero que non ven.