El Concello de Betanzos dará el nombre del compositor brigantino Carlos López-García Picos, fallecido las pasadas navidades, al conservatorio municipal e iniciará los trámites necesarios para su nombramiento como hijo predilecto de la Ciudad de los Caballeros.

Así lo acordó la comisión informativa de Cultura en una reunión presidida por la alcaldesa, María Faraldo, en la que estuvieron representados todos los grupos de la Corporación municipal -PP, CxB, PSOE y BNG-. Todos los asistentes coincidieron a la hora de señalar a Carlos López-García como "la figura más destacada de la música en Betanzos".

Otra de las iniciativas aprobadas por unanimidad y a propuesta de los nacionalistas, al igual que las dos anteriores, para homenajear al que fue impulsor de la Asociación Galega de Compositores es la de recopilar, grabar y editar su obra en CD y libro "en la medida de lo posible". En cuanto a su nombramiento como hijo predilecto, ya se recogía en un acuerdo plenario aprobado por unanimidad en 2007 y al que el Ayuntamiento dará ahora cumplimiento. Meses antes, el músico brigantino recibía de manos del entonces teniente de alcalde, Andrés Otero, una placa del Centro Betanzos de Bos Aires, donde le habían brindado un homenaje. En 1940, López-García decidió seguir los pasos de su padre, exiliado al inicio de la Guerra Civil, y se marchó a Argentina. Durante más de 30 años dirigió la coral polifónica del Centro Betanzos, llamada Os Rumorosos, y en 1956, en el Teatro Colón de Buenos Aires, estrenó el ballet La farsa de la búsqueda.

Aunque se inició en la música de la mano de su padre y con la requinta, ya que los dedos no le alcanzaban aún para tocar el clarinete, tal y como recoge su biografía en la web de la Asociación Galega de Compositores, fue en la capital argentina donde inició sus estudios de composición y armonía, unos estudios que completaría gracias a una beca en el Conservatorio Nacional de París. No regresaría de forma definitiva a Galicia hasta el año 1984.

La pasada Nochebuena, y tras una larga enfermedad, fallecía el que fue el decano de los compositores gallegos. Sus cenizas fueron esparcidas en la ría en el lugar de A Cangrexeira, según su última voluntad, y en la ceremonia fúnebre el presidente de la Asociación Galega de Compositores, Paulino Pereiro, lo recordaba como una persona "humilde", que defendió sus ideas, se comprometía con las causas en las que creía y estaba convencido de que el ser humano podía mejorar el mundo. Para ello, y según recordó Pereiro, "decidió armarse con el arma menos agresiva que conocía: la música".