La directiva del centro, la ANPA, la Xunta, el Concello, los sindicatos, la familia de la menor, la comunidad musulmana Abou Baker... Todos coinciden en un punto. En el hecho de que la polémica que rodea a la primera prohibición del hiyab en las aulas de Arteixo ha adquirido estas dimensiones por motivos políticos.

La pequeña sancionada sin extraescolares y que se expone ahora a un cambio de colegio por petición expresa del consejo escolar se ha convertido en un arma arrojadiza entre partidos en el umbral de los comicios municipales.

El velo se ha descorrido entre las dos formaciones que componen el bipartito arteixán, que con una mano aprobó el polémico reglamento (TeGa) y con la otra lo impugnó (PSOE), y también ha dejado al descubierto las tensiones interraciales latentes en un municipio que siempre presumió de una "convivencia ejemplar" entre culturas.

La prohibición del hiyab ha dividido también a la comunidad educativa del municipio. Los docentes de otros centros de Arteixo consultados por LA OPINIÓN discrepan sobre esta normativa, e incluso algunos lamentan que se esté utilizando a una niña como "rehén" en una "guerra de partidos". Ni siquiera en el nuevo colegio existe unanimidad, a pesar de lo que sostiene la Xunta y la directiva del centro. Sí la hubo en la aprobación del reglamento, pero no en su aplicación. Las dudas se acrecentaron con la sanción propuesta por el claustro de profesores, y que pasaba por el traslado de la niña a mitad de curso, que prosperó con cinco votos a favor y dos abstenciones y una ANPA en horas bajas tras la dimisión de varios de sus integrantes por diferencias internas. La medida tampoco es aplaudida por la totalidad del equipo docente. Ni por algunos padres. Aunque unos y otros prefieren mantenerse al margen de la polémica y agradecen que, pese al revuelo inicial, las aguas hayan vuelto poco a poco a su cauce y la niña haya dejado de ser motivo de conversación en los corrillos.

Son muchos los progenitores que piensan que "la niña debe adaptarse y cumplir las normas", pero también hay quienes dudan de la conveniencia de equiparar el pañuelo islámico a una gorra. Sobre todo porque el reglamento interno del centro recoge el derecho de los alumnos a expresar libremente sus convicciones religiosas.

Las dudas se acrecientan por el hecho de que el reglamento interno del centro se aprobó el pasado 13 de diciembre, dos meses después de que arrancase el curso, a pesar de que la ley orgánica de educación obliga a los colegios a facilitar a las familias "la información sobre el proyecto educativo o el carácter propio del centro antes de formalizar la matrícula".

Tanto partidarios como detractores de la norma opinan que la Xunta debe pronunciarse claramente. Cada vez son más docentes los que exigen a Educación que imponga una norma genérica para evitar este tipo de conflictos. Y es que para algunos, esta alumna de 6º de Primaria no ha sido la única en saltarse las normas.