El sector del automóvil necesita que de una vez por todas alguien lo tome en serio. Es inconcebible que unas desafortunadas declaraciones políticas hayan provocado un cisma tan grande, acumulando ya siete meses consecutivos de caidas.

La clase dirigente de nuestro país, continua haciendo oídos sordos a los que realmente saben de esto que, entre otras cosas le comentan la necesidad de crear un nuevo plan de achatarramiento de vehículos antiguos para deshacerse de los más "viejos", que son realmente los que contribuyen de forma muy importante a los problemas medioambientales. La solución pasa porque sean las comunidades autónomas las que soporten la carga, y Euskadi ha sido la primera en coger el toro por los cuernos, con ayudas de hasta dos mil euros, que se añadían a las de los fabricantes.

La respuesta no pudo haber sido más clara, y en el mes de marzo se matricularon en Euskadi un 26,8% más de vehículos que en 2018. Un claro ejemplo de que las ayudas estatales son fundamentales para, por un lado, contribuir a frenar el cambio climático y, por otro, ayudar a la economía con el movimiento del sector.

La sensación es que los fabricantes tropiezan ante un muro en donde la falta de conocimiento de un sector tan importante como el de la automoción provoca declaraciones y reacciones que provocan una inestabilidad y una preocupación en la población que hoy en día tiene difícil solución.