El mensaje de la DGT para los conductores que son “demasiado mayores”

Ante las recurrentes peticiones de que se limite la edad máxima de conducción, la DGT impone un punto de cordura y zanja el debate de forma razonable

La DGT se pronuncia sobre los conductores "demasiado mayores"

La DGT se pronuncia sobre los conductores "demasiado mayores"

Ricardo Montoro

A poco que se produce un accidente grave, cuyo responsable es una persona mayor, en los medios de comunicación salen a la palestra voces que piden que se limite a una edad determinada la autorización administrativa para conducir vehículos a motor.

¿Es la edad el factor determinante para decidir si una persona es capaz o no de manejar con seguridad un vehículo?

Lo cierto es que la inmensa mayoría de psicólogos especializados en cuestiones psicotécnicas contestarán que no a esta pregunta. Son las habilidades psicotécnicas, la salud mental, el estado de movilidad del individuo, el conocimiento de las normas y la práctica, los factores que influyen en la conducción.

A modo de ejemplo, una persona de 75 u 80 años que se encuentre en plenitud mental y se conserve en un aceptable estado físico, estará perfectamente capacitada para manejar con propiedad un coche.

De la misma manera, un joven de 30 años con trastornos psiquiátricos puede estar impedido para conducir un vehículo sin poner en peligro a los demás o a sí mismo.

Lo que dicen las compañías de seguros

Además, las estadísticas de las aseguradoras apuntan a que el índice de siniestrabilidad más alto corresponde a las personas que tienen entre 18 y 25 años de edad.

Este índice se va rebajando hasta los 50 años, en los que la curva de descenso se convierte prácticamente en una recta, sin que se aprecien repuntes en los conductores de mayor edad.

La razonable postura de la DGT en este asunto

En la línea de los razonamientos esgrimidos por los psicólogos y las aseguradoras, se sitúa la DGT, que ha aclarado su postura en este debate.

Según Pere Navarro, director de este organismo, la solución no pasa por imponer una edad obligatoria de “jubilación al volante”, sino por realizar unas pruebas psicotécnicas especializadas y por la aportación de certificados médicos que realmente justifiquen si las personas que superan una edad determinada están o no en condiciones de conducir con seguridad.