Esta mañana el centro de Madrid ha amanecido oliendo a mate. Miles de argentinos han viajado miles de kilómetros para vivir una final de la Copa Libertadores histórica. Lejos se queda la violencia que obligó a suspender el partido de vuelta primero, y trasladarlo a Madrid después. Aquí todo es distinto. Todos coinciden. Es un gusto poder disfrutar del clásico sin tensión.