En su primer partido en un Mundial, Frenkie de Jong fue el único punto de luz de una selección, la neerlandesa, cuyo brillo solo se vio en su estridente naranja de la camiseta. Países Bajos ganó a Senegal (0-2), pero lo hizo de forma agónica, con un gol en el 83' y otro en el 98', en un partido plano que evidenció las carencias del equipo.

Sin hacer ni mucho menos uno de sus mejores partidos, De Jong logró al menos sostener a su equipo. Jugó como cerebro de su selección, junto a Berghuis en el centro del campo, como pieza fundamental del 3-5-2 del dibujo de Van Gaal.

Suya fue la asistencia que sirvió para que Gakpo abriese el marcador. El partido caminaba sin remedio hacia un triste empate sin goles cuando De Jong tuvo la clarividencia necesaria para levantar la cabeza, leer el desmarque en ruptura de Gakpo y poner un balón templado, muy bien tocado, para el remate de su compañero. La pésima salida de Mendy, el portero de Senegal y del Chelsea, hizo el resto.

Pero durante los 83 minutos anteriores, De Jong estuvo demasiado solo. No logró combinar con fluidez con Berghuis, su compañero en el doble pivote, y tampoco con los delanteros titulares, Bergwijn y Janssen, dos jugadores de clase media que no ofrecieron nada relevante durante el partido. En cambio, la entrada de Memphis, con el partido ya más abierto, pareció aliviar a De Jong.

Las cifras del jugador del Barça durante su estreno en un Mundial evidencian que es el ancla y el cerebro de una selección que deberá mejorar mucho para estar entre las mejores. De Jong fue el jugador que más veces superó la línea rival -18 ocasiones-, sufrió tres faltas y no cometió ninguna.

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Cifras notables

Su porcentaje de acierto en el pase fue alto (85 por ciento), ganó sus dos duelos aéreos y se fue al suelo ('tackle') dos veces para recuperar la pelota. Son datos quizá habituales en cualquiera de sus partidos con el Barça, pero relevantes en la selección de los Países Bajos: el bloque formado por Van Gaal resultó ser físico y compacto, pero con una falta de talento alarmante. Más allá de la lucidez de De Jong, poca cosa ofreció la selección naranja en su estreno.