Siempre se recordará la Copa del Mundo de México 1970 por su colorido. No por el de las gradas del país azteca (que también), sino por ser el primer Mundial televisado a color de la historia. Tras décadas y décadas de blanco y negro, se abría un nuevo horizonte. La designación de la sede no estuvo exenta de polémica. Tocaba un país de América Latina y México y Argentina pugnaban por el premio gordo. A pesar de organizar dos años antes los Juegos Olímpicos, la tierra de Frida Kahlo y Pancho Villa fue la que se llevó el gato al agua.

Uno de los grandes argumentos radicaba en una joya arquitectónica prácticamente sin igual en el mundo. Un estadio Azteca que presumía de poder albergar a 110.000 espectadores con gran visibilidad y un diseño de vanguardia. Allí disputarían la final Brasil, que venía de ganar dos de las últimas tres Copas del Mundo, e Italia. La 'canarinha' era una oda al fútbol. Liderada por un Pelé ya maduro (30 años) junto a una serie de mediapuntas de época como Rivelino, Gerson, Tostao y Clodoaldo ('la delantera de los cinco dieces').

El premio para el combinado que dirigía Zagallo era suculento: conseguir su tercer título y quedarse el trofeo en propiedad. La única selección que lo ha logrado, puesto que en el formato actual ya no hay forma de que el ganador se quede la copa (a partir de Alemania'74 dejó de llamarse Copa Jules Rimet).

Brasil arrolló en la final

La 'verdeamarela' superó a la Italia de Fachetti, Riva y Boninsegna por 4-1. Sin paliativos. Pelé, Gerson, Jairzinho y Carlos Alberto descosieron al cuadro transalpino. También fue la Copa del Mundo de la considerada como una de las mejores paradas de la historia de la competición. La que le realizó el inglés Gordon Banks a Pelé en fase de grupos. Un cabezazo espectacular del brasileño, picado, que sacó el arquero con una reacción felina.

El Mundial más rompedor

Más allá de verse por primera vez en color, también tuvo dos novedades importantes México 1970: los cambios y las cartulinas amarillas. Se permitían dos cambios, sin necesidad de estar justificados por lesión (hasta ese momento solo se podía sustituir al portero por problemas físicos). Se abrió la veda con las tarjetas. Hasta esa fecha, las amonestaciones eran verbales y muchas se pasaban por alto. A partir de ahí, amarillas y rojas como las conocemos hoy en día.

Quizás el gran fiasco fue la Inglaterra de los Bobby's. Moore y Charlton. La cosa no empezó bien cuando, antes del primer partido de preparación ante Bogotá, detuvieron a Moore acusado de robar un brazalete de oro en una joyería. Los ingleses, que venían de lograr su primer (y único) Mundial, se fueron a la calle en cuartos ante Alemania Federal (3-2).