Lentejuelas, bailarines, piano de cola, un palacio iluminado como si fuera un cuento de hadas y, sobretodo, la poderosa voz de Mariah Carey convirtieron la noche del pasado lunes en un lujo para el publico del espectáculo que ofreció la diva en los Jardines de Pedralbes de Barcelona. Un lujo caro, porque las entradas valían entre 140 y 300 euros, pero que valió la pena a juzgar por las caras de alegría de las 2.300 personas presentes en el único concierto en España de la gira Caution World y el primero en Barcelona de la larga carrera de la norteamericana.

"Hola Barcelona, estoy muy contenta de estar aquí por primera vez", dijo Carey, demostrando que, aunque el repertorio cambie muy poco en cada una de las paradas de la gira, ella sabe muy bien donde está cada noche.

La cantante repasó sus grandes éxitos alternados con algunas canciones de su nuevo disco, derrochando capacidad vocal y saber estar sobre el escenario. También fue derrochadora en lo que ha vestuario se refiere y se cambió de ropa cinco veces: con lentejuelas y vestidos tanto largos como cortos.