La gran coalición de Angela Merkel se enfrenta hoy a otra prueba de resistencia en las elecciones del Estado federado de Baviera, el más rico de Alemania. Los sondeos vaticinan el desplome de la hegemónica Unión Social Cristiana (CSU), partido hermanado con la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de la canciller, y aventuran un escenario de difícil gobernabilidad, en el que la CSU perdería su histórica mayoría absoluta y tendría que pactar con su antípoda en el mundo político del país alemán, los Verdes.
Los sondeos le pronostican no más del 35% de los votos, doce puntos menos en los comicios de 2013 (47,7%). Y al tercer partido de la gran coalición, el SPD, le auguran un 12% (20,6% en 2013), con lo que cedería el segundo puesto a los Verdes (19%).
La ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) entrará en la Cámara regional con un 10% de los sufragios, el mismo porcentaje que se da a Electores Libres (escisión de la CSU), mientras que el Partido Liberal (FDP) quedaría en un 5,5%.
Así las cosas, la CSU quedará abocada a buscar alianzas nuevas y, salvo sorpresas, no tendrá suficiente con el FDP, partido con el que gobernó entre 2008 y 2013, único periodo desde 1962 en que los conservadores bávaros no lo hicieron en solitario.
A menos de 24 horas de las elecciones, el líder de la AfD, Alexander Gauland, aseguró que "los nazis no pertenecen a esta formación". La CSU no oculta que la situación es "grave", y no sólo para el partido, sino para " la democracia en nuestro Estado" ante la posibilidad del auge ultraderechista.