Impactante, brutal y demoledora, esta incursión en la II Guerra Mundial, y más concretamente en un campo de trabajo del ejército nazi, demuestra que a pesar de lo se ha exprimido un tema como este todavía quedan motivos para hacer una gran película y sacar a la luz los horrores de una ideología que acabó con millones de personas, la mayoría de Europa, en el que ha sido el mayor genocidio de la historia.

Es una cinta portentosa difícil de asimilar que supone, con mucho, el mejor trabajo del guionista y director Robert Schwentke, que se dio a conocer en todo el mundo con Plan de vuelo: desaparecida y que dirigió, asimismo, el brillante thriller RED y la muy rentable serie Divergente. Todo eso queda, sin embargo, bastante minimizado con El Capitán, un producto soberbio y de una asombrosa dimensión dramática que no dejará indiferente a ningún espectador.

Premio a la Mejor Fotografía en el Festival de cine de San Sebastián, recibió cuatro nominaciones a los Film Awards de Alemania y el Premio del Público en el Festival de cine alemán de Madrid.

La historia que Schwentke nos cuenta en un impecable y excelente blanco y negro es una especie de radiografía de la descomposición del nazismo. Es el año 1944, faltan apenas dos semanas para que termine la II Guerra Mundial y la trágica realidad que se cierne sobre el Tercer Reich se hace patente en una huida de infinidad de soldados alemanes, gran parte de los cuales han desertado y transitan desesperados y en lamentable estado sin rumbo fijo. Entre ellos se encuentra un joven soldado, Willi Herold, que, harto de pasar por tantos grados de humillación, decide cambiar de personalidad al encontrar en un furgón el uniforme de un oficial nazi y vestirse con él. A partir de ese momento se produce una total transformación de Willi, que va a demostrar unas dotes de crueldad y de fanatismo impensables. Pondrá tanta convicción en sus actos en sus decisiones que supera con creces los niveles de odio de la jerarquía germana, logrando convencer a sus miembros de que se mueve en permanente contacto con el Fuhrer y siguiendo sus directrices personales. Tanto es así que logrará hacerse responsable del mando de un campo de trabajo.