Bernarda recoge el punto de partida de La casa de Bernarda Alba, escrita por Lorca en 1936, es decir, una mujer que queda viuda con sus hijas y decreta un riguroso luto, pero traslada la acción a una villa de Galicia casi cuarenta años más tarde, en 1975, en un momento clave de nuestra historia reciente, en el que las ansias de cambios chocan con las tradiciones más arraigadas, como es en este caso, el luto.

Bernarda, al quedar viuda, intenta que todo siga siendo igual que siempre, como fue toda su vida, y que las malas influencias de una sociedad en proceso de transformación no lleguen a sus hijas ni a ella misma. Bernarda no entiende la música yeyé, las minifaldas, los guateques, ni ninguna de las nuevas modas de la juventud de la época, y su reacción es clara: "Mientras yo viva, en esta casa no va a cambiar nada y las cosas se van a hacer cómo se tienen que hacer."

BERNARDA es una historia comprensible y universal, con la que cualquiera puede sentirse identificado, pues todos hemos vivido un choque generacional, donde los valores y las costumbres de los más viejos se topan con la necesidad de los más jóvenes de crear un mundo distinto con sus propios códigos y conductas.