Producción de la Companhía de Teatro de Braga

Porque Calígula es el coche sin frenos contra el destino, la revuelta contra la condena a muerte del hombre por el hecho del ser, el desafío contra todo y contra todos de un ser humano que aún no sabe convertir el absurdo del mundo en felicidad.

En la escena nueve del primer acto proclama Calígula su decisión de ejercer un poder sin fronteras, a lo que responde Cesónia con declarada tristeza "no sé si hay que alegrarse por eso". Exactamente. No tiene que alegrarse por eso. Y por eso las democracias del mundo construyeron fórmulas para instalar fronteras contra los deseos del poder sin fronteras. Se llama a eso Estado de Derecho. Mecanismos que protegen (o debían) al ciudadano de la arbitrariedad y de la tentación autocrática. Y al gobernante de la atracción del abuso. Y, con todo, hay ocasiones en que esta certeza, aun se torna necesario ser proclamada, defendida, armada de argumentos, porque cómo afirmaba Dürrenmatt estos "son tiempos extraños en los que hay que luchar por las evidencias".