Carabela, cocinera de un barco, naufraga en la Isla Pequeña de Plástico. Está sola, rodeada de pescados mutantes que le advierten que son tóxicos, de pájaros que no paran de quejarse por haber comido sustancias sintéticas y de vertidos que no alimentan. Para aliviar la tristeza, Carabela construye una niña de plástico a la que le cuenta historias de como es el mundo fuera de la Isla Pequeña. El corazón a pilas de la Niña de Plástico comienza a latir con fuerza para conocer lo que hay más allá de los pescados mutantes y de los pájaros choromicas y, sobre todo, para ayudar la Carabela a salir de la isla antes de que muera de hambre.