Pero, ¿qué es el Daimon? El destino, la voz de la conciencia, la intuición, el ángel o el demonio, el murmullo de la voz interior que se detiene o empuja. Presencia escondida e impredecible que determina actos y decisiones que no podemos explicar racionalmente. Podemos darle una corporeidad, una presencia oscura o colaborativa, imaginar una figura que nos acompañe y no sea yo, y nuestro yo quedaría intacto. Pero me interesa más el daimon que también soy yo, nuestro yo incomprensible, una parte de nosotros que conecta con lo irracional, con el misterio, con lo fantástico; una puerta a lo extraordinario.