Phármakon es una pieza musical para viola, trompa, oboe, artes visuales y dos actores o intérpretes, compuesta a partir de las tragedias clásicas Antígona de Sófocles, Medea y Las bacantes, ambas de Eurípides. El trabajo investiga tres aspectos esenciales comunes a todos ellos: la relación entre el chivo expiatorio (es decir, primero del término antes de veneno y medicina) y la comunidad; los límites inestables de la identidad personal; y la iconografía clásica en la que tanto esa relación como esa inestabilidad se manifiestan a menudo: el cuerpo desmembrado o transformado en otra cosa.

Debajo de estos tres aspectos alienta -y quiere marcar el tono general de la obra- un sustrato dionisíaco entendido aquí, frente a las habituales interpretaciones exaltadas, como 'el elemento silencioso y poderoso de lo vegetativo', en palabras del helenista Karl Kerenyi. Aunque en el escenario no se hace uso de la palabra hablada ni escrita, el espectáculo va acompañado de un texto escrito por Pablo Seoane.