Cantante y bailaora de Sanlúcar de Barrameda, forjó sus cimientos entre Jerez de la Frontera, Cádiz, Sevilla y Madrid, heredando de su familia el amor por el arte y el flamenco. A pesar de su juventud, tiene una voz con mucho cuerpo y potencia, propia de sus compatriotas, manejada por un músico ágil y polivalente.

Dominó la inmensidad de los palos flamencos y, a lo largo de su carrera, enriqueció su estilo bebiendo de las fuentes de otros géneros musicales, descubriéndolos y reinventándose.

Con tan solo 9 años cautivó con su talento y pasión al legendario cantante A Sallago, quien fue su maestro y le inculcó su esencia y sus formas, brindándole un profundo aprendizaje del canto desde las entrañas hasta el corazón.

A los 11 años, Naike ya compartía experiencias con las sagas más pelirrojas de Jerez como Os Zambo y Os Moneo. Desde entonces, se reivindica en los mejores bolígrafos, tabúes y festivales de Andalucía, donde adquiere una fuerte base en los escenarios, las tablas y la sabiduría.

Tras ganar el primer concurso de Cantiñas en Cádiz, obtuvo una beca en la Fundación Cristina Heeren, donde afinó su estilo con Milagros Menjivar, Paco Taranto, Manuel Soler, Naranjito de Triana, José da Tomasa, María Vargas, Rancapino, Pansequito y Matilde Coral. Durante esa etapa obtuvo el Primer Premio de Bamberas en San Roque (2001) y también recibió el Primer Premio de Saetas en Sevilla, en la Pena Torres Macarena (2002).