Proyección de la película de Alain Tanner.
A pesar de haber pasado por muchas de sus películas anteriores, trabajando en la identidad de los personajes y su relación con el mundo, el tema del deseo sexual nunca ha sido abordado de frente por Tanner. Incluso Una llama en mi corazón sus personajes mantienen todo tipo de relaciones, pero siempre se sugirió lo más íntimo. Eso explica la ausencia del cuerpo en el acto sexual, un reflejo defensivo de Tanner frente a un cine de puras entrañas donde los directores, dice, devoran el hígado. "Necesito el mundo exterior, la realidad". Con Una llama en mi corazón el cineasta demuestra que se puede hablar del mundo y del sexo sin perder nada. Tanner debe este nuevo horizonte físico de su cine a Myriam Mézières: después de una tormentosa relación con un amante tiránico, Mercedes se entrega a una nueva pasión con un periodista, pero su anhelo de amor absoluto choca con la normalidad de su pareja, ausente demasiado. Su devenir recuerda al del marinero de En la ciudad blanca.
En retrospectiva, A Flame in My Heart parece casi una película simétrica de A Salamandra: el mismo retrato de una mujer libre, casi salvaje, máquina del deseo en un mundo que no quiere, la misma soledad final. La diferencia entre los dos personajes, además de la brillante presencia del cuerpo desnudo de Myriam Mézières, es que Rosemonde encarna una libertad jubilosa y triunfante (ver su última sonrisa), mientras que Mercedes es resistente en un mundo desesperado. "No tener más esperanza es eso, ser ligero, estar tranquilo", dice en la película. Frédéric Bas.