En el conjunto del trabajo de Claudio Zulian (Campodarsego, Padua, Italia, 1960), director de cine, videoartista, músico y escritor, se distingue una producción propiamente cinematográfica destinada al circuito de cines, plataformas y festivales, y otra, más específicamente artística, formada por vídeos y videoinstalaciones que son resultado de proyectos de investigación y diálogo con realidades sociales. La exposición se desarrolla como una retrospectiva de proyectos y videoinstalaciones de temática social que utilizan como herramientas visuales y estilísticas el plano secuencia, el plano fijo y la voz en off.

El recorrido por diversas piezas realizadas a lo largo de los últimos veinte años, conduce a una videoinstalación (Vida), situada en el Doble Espacio del CGAC y creada expresamente para la exposición, que da nombre a la muestra. Al igual que en sus otros proyectos, esta pieza, inspirada en el barrio de Vite, en la ciudad de Santiago, no pretende ofrecer una visión totalizadora y documental, tampoco reflejar la historia social o explicar la realidad del contexto, como se podría hacer en un ensayo, en un estudio o en una película rigurosamente documental. Al contrario, se trata de una interpretación poética, visual y simbólica abierta, donde las voces y los relatos crean un fresco de historias de vida.

Claudio Zulian ha desarrollado gran parte de su trabajo artístico explorando las posibilidades y el significado de la autorrepresentación de colectivos y comunidades, y desarrollando el potencial simbólico que contienen las imágenes. Para ello se sumerge en cada uno de los contextos que aborda, establece diálogos cruzados con los participantes, crea grupos de trabajo y de discusión cuyos resultados y experiencias contribuyen, en parte, a la construcción del resultado final.

Uno de los propósitos de estos trabajos, es invitar al visitante a situarse en el lugar del otro, para comprender desde puntos de vista difíciles, complejos e incluso incómodos. Evita la linealidad explicativa del estilo documental y acentúa una voluntad poética, haciendo que el relato y los testimonios de las personas que los habitan den cuenta directamente, a partir de sus experiencias y sentimientos, de la especificidad de un barrio, de una ciudad o de un territorio. De este modo cada obra no es más que es el vehículo, el soporte o el dispositivo que amplifica y transmite desde sus voces las historias de las vidas de la gente corriente.