Las historias que contamos ya habitan en la imaginación de los espectadores, en su inconsciente. El espectáculo comienza cuando abre la taquilla, con la compra de la entrada por parte del público, incluidos los actores, que luego ocuparán sus asientos como el resto, el que les toca. Estarán inmersos en una oscuridad absoluta - en lo físico y en la mente - hasta que se ilumine un sector del escenario. Esa luz evocará en la cabeza de los actores, ahora Contadores, la historia que queremos contar, que quisieron contar durante mucho tiempo sin saber que también era de ellos. Abandonarán la escena cuando sientan la necesidad de contar esta historia doméstica de un individuo, sus padres y su hija.