'María Solinha' fue una de las más famosas 'brujas', entre comillas, de Galicia, donde incluso hay calles con su nombre. Tras postergarse por la pandemia el estreno de la película del director Ignacio Vilar sobre ella, la historia al fin ve la luz este viernes. Será un debut al aire libre y bajo estrictas medidas de seguridad.

Este formato, que permite por los amplios espacios elegidos, en este caso la Alameda de Redondela (Pontevedra), mantener distancia interpersonal, cobra fuerza en la 'nueva normalidad'.

Una de las "grandes olvidadas" de la historia llegará al gran público, con toda su fuerza, de ese modo.

Ignacio Vilar, autor de las cintas "A Esmorga" y de "Pradolongo", es un prolífico cineasta que se ha sentido atrapado, cuenta a Efe, por la historia de una mujer enorme que debía llegar ya al común de los mortales y salir de la lista de las "desconocidas" entre la sociedad.

La película, producida por Vía Láctea Films y TVG, narra las peripecias de María, una viuda con posibles acusada de brujería por la Inquisición, hecho que le costó la vida. El relato se mueve entre principios del siglo XVII, cuando eso ocurrió, y el XXI, porque "entronca con la mujer actual".

El elenco de protagonistas está formado por Laura Míguez, Grial Montes, Santi Prego, Antonio Durán "Morris", Mabel Rivera y Mela Casal.

La ficción arranca con un afamado director de teatro que llega a Cangas do Morrazo para reconstruir la leyenda de María Solinha, que en realidad era María Soliño; aunque Soliña (así o bien con 'nh') es cómo lo reflejó la literatura. Este es el inicio, pero la trama tiene enjundia.

Coincidiendo con los ataques de los piratas turcos y el declive económico de la mencionada villa, María Solinha, un símbolo de la lucha contra la represión de la mujer, es quemada en 1621.

Ignacio Vilar recupera ese personaje histórico desde una óptica feminista, en consecuencia, desde la lucha por la igualdad.

En Redondela, uno de los lugares en los que se ambienta este largometraje y donde mañana se exhibirá, se celebra una romería, la 'Festa da Coca'. Dicen que los orígenes del tal festejo están ligados a la gesta protagonizada por marineros de ese lugar que lograron derrotar a un dragón que secuestraba a las mujeres para violarlas.

Ese mito lo utiliza Ignacio Vilar en su filme. Logra hilvanarlo en la narración y consigue que se alce como una metáfora contra toda agresión machista, en general, y contra el ataque sufrido por María, en particular.

"Si podemos lograr matar a ese dragón, que encarna la violencia de género -detalla Vilar-; considero un honor el poder ser mensajero, pues la película pretende aportar un grano de arena" ante la lacra sexista, un problema de gran magnitud que persiste.

'María Solinha', que no pudo llegar a los cines el pasado 15 de mayo por la crisis sanitaria, arranca con buenas expectativas.

Por el momento, están apalabradas cien proyecciones en localidades de Galicia, Castilla-León y Portugal, enmarcadas en una gira cuyas primeras paradas serán, aparte de Redondela, la vecina Cangas -en ambas localizaciones las entradas están agotadas- y el municipio de Verín, en Ourense, donde en el recinto elegido caben dos centenares de vehículos.

Ignacio Vilar no da puntada sin hilo y encuentra otra razón de peso para hacer ver que no se puede hablar, bajo ningún concepto, de una puesta de largo que se haya visto lastrada. "¡Porque esto supone una oportunidad para el rural, que podrá ver un estreno antes de la llegada a las ciudades!", exclama.

Para poder hacerlo, hay normas. Los espectadores tendrán que guardar 1,5 metros de separación y deberán portar mascarilla.

Los aforos serán siempre limitados, independientemente de si hay sillas o si es el autocine el que se impone. En este último caso, ni siquiera será necesario bajarse del coche para encargar comida.

Los productores de "María Solinha" trabajan con un objetivo ambicioso, pues ansían llegar a todos los ayuntamientos gallegos y son 313.

Más adelante, cuando el mundo se recomponga, procurarán pasear la cinta por festivales internacionales e iniciar el recorrido de las salas convencionales.

Pero eso será cuando España deje atrás las limitaciones y sea posible recuperar el cien por ciento de ocupación.

No han querido aguardar a ese escenario y, por tanto, han hecho de la necesidad virtud. El pistoletazo de salida será en la calle, convertida en un plató con protocolos sanitarios.