Que tu película acuda al Festival de Cine de Málaga y que además inaugure el certamen es una opción “maravillosa” para relajarte y tomarte tranquilamente unas copas sin la presión de la competición. Es lo que piensan una directora bregada como Daniela Féjerman y una ‘novata’, Elvira Lindo, si es que el adjetivo le cuadra a una mujer que ha sido guionista y ocasional actriz, aunque la fama se la haya ganado con la escritura literaria.

Féjerman y Lindo han presentado este viernes en la ciudad andaluza ‘Alguien que cuide de mí’, una película realizada a cuatro manos, protagonizada por tres mujeres, Magüi Mira, Emma Suárez y Aura Garrido, abuela, hija y nieta, que encarnan a tres actrices de éxito dispar, con unas ciertas rivalidades y envidias generacionales de partida que conseguirán encauzar finalmente hacia un camino de comprensión. Además, Lindo anda también calentando motores para la salida de su nueva novela, 'En la boca del lobo' (Seix Barral), el próximo 29 de marzo.

Recuerda la escritora cuando en 1998, justo cuando el festival acababa de arrancar, los productores de ‘La primera noche de mi vida’ de Miguel Albadalejo, de la que fue guionista, la invitaron a participar en la rueda de prensa: “Algunos periodistas me dijeron qué yo allí no pintaba nada”. Las cosas han cambiado en más de dos décadas, no solo porque ahora Lindo es la que dirige sino por el mayor prestigio que el oficio tiene en la actualidad. ¿Hay que explicar que la historia de ‘Alguien que cuide de mí’ nace de un relato inédito de la escritora? De hecho, no hay un guion escrito por Lindo que no salga de una historia suya.

“En este caso -cuenta Féjerman-, Elvira acudió a mí con un relato de unas 20 páginas que creía que podía convertirse en una película y lo estuvimos trabajando juntas de tal forma y con tanta implicación, pensando incluso quienes podían ser las actrices, y los actores, buscando inspiración en las calles de Madrid, que al final sin haberlo planteado en un principio nos encontramos que estábamos haciendo la película juntas”.

Como Woody Allen

A Lindo en el pasado varios productores ya la habían tentado para que saltara a la dirección, pero nunca había dado un paso efectivo hasta que escribió el cuento de marras y supo desde el primer momento que en aquella historia sobre esas tres mujeres había potencia cinematográfica, “pero, por si las moscas, me consolaba diciendo que aquello podía acabar siendo solo parte de un libro de relatos, mientras recordaba aquello de Woody Allen: yo escribo un libro, pero si me dan dinero hago una película”.

Aura Garrido es Nora, una actriz de cine y teatro prometedora a quien acaban de ofrecerle el papel protagonista de ‘La Gaviota’ de Chéjov. Fue criada por su abuela (Magüi Mira), en tiempos gran dama de la escena, ante la negligencia de la madre, Cecilia, también actriz pero con mucha menos suerte, que se dejó arrastrar por las turbulencias de los 80 como cabeza de cartel en cabarets canallas, ahora ya no tan de moda. “La película habla de cómo la realidad te pasa por encima -explica Lindo-. Las tres aprenden que la edad nos permite ser mucho más compasivas con los demás. Una cierta distancia nos ayuda a entender que los errores de los que culpábamos a nuestras madres son los mismos que podemos acabar cometiendo nosotras. Queríamos contar esto sin hacer un juicio de valor, porque los seres humanos no somos perfectos”.

La más compleja

Del terceto protagonista, y más allá de que la película ponga el foco en la joven Nora, que es la acompaña al espectador mientras descubre algunos secretos familiares, posiblemente el personaje más complejo sea el de Emma Suárez. “Que las tres se dediquen al teatro -explica Féjerman- hace que todo ocurra en un espacio emocional muy concentrado. El oficio las hace particularmente expresivas y les permite soltarse con muchos menos filtros”. Y ahí Suárez, la más castigada por la vida, es la que se sitúa en el centro de gravedad de la historia. “Debe bregar con el hecho de hacerse mayor y sentirse desplazada en la vida, reflejada en la valoración de los demás, cuando tú en tu interior todavía te sientes como si tuvieras 30 años”.

El personaje les sirve también a las cineastas, ambas jóvenes en los 80, para abordar un cierto retrato generacional del que sienten muy cercanas. “Las mujeres de entonces -sostiene Fejerman- cortaron con el pasado y estrenaron libertades con muchas ganas de vivir y de romper con la idea de la maternidad como dedicación exclusiva”. Lindo remacha, porque es un tema, el de la maternidad imperfecta, hoy tan moda y al que le ha dado muchas vueltas desde la publicación de su libro ‘Lo que me queda por vivir’ en el 2010, inspirado en su prematura maternidad: “La nuestra fue una generación más irreflexiva. Ahora estoy corrigiendo pruebas para una nueva edición de aquel libro y leyéndolo de nuevo me sorprendo a mí misma de las cosas que, felizmente despreocupaba, me atrevía a hacer. Metías mucho la pata, vivías tu juventud y al mismo tiempo criabas un hijo. Ahora hay cosas que no me parecen aceptables pero en fin, puedo decir que visto el resultado tampoco nos han salido tan mal”.