Si te apetece un aperitivo o van a ir amigos a casa, lo mejor es que no te compliques y optes por lo tradicional, ya que las croquetas de jamón y queso le gustan a todo el mundo y quien las tenga delante se las tragará, literalmente.

Se trata de una elaboración muy sencilla y para hacer tus croquetas solo tienes que pensar en ellas el día anterior.

Trucos para la bechamel

La bechamel es la base, lo que le va a dar el sabor a tus croquetas, de manera que puedes seguir cualquier receta de las que hay en la red.

El truco para que no te salgan grumos es poner la leche a temperatura ambiente y no dejar de remover con unas varillas de batir huevos. Es pesado, pero la recompensa serán croquetas sin ningún grumo.

Además, no debes olvidar que hay que dejarla reposar alrededor de 8 horas, mejor si la haces el día anterior y pasa la noche tapada con un film en la nevera.

No olvides que vas a cocinar unas croquetas de jamón y queso, de manera que el jamón tiene que ser abundante y se debe ver. Con el queso pasa algo similar, y puedes jugar con la curación con el fin de darle más o menos sabor.

¿Qué tienes que hacer para que la fritura sea perfecta?

Una vez que las has empanado llega el momento crítico de freírlas. Puedes usar una sartén o un cazo con abundante aceite de oliva y meter las croquetas poco a poco con el fin de que el aceite no se enfríe, lo que sería un desastre.

Gracias al aceite muy caliente, el empanado no se desprenderá, y podrás dorarlas un minuto por cada lado o un poco más si te gustan que estén más tostadas, para terminar poniéndolas en un plato con papel de cocina, que se quedará con parte de la grasa.

Que no se te ocurra recalentarlas, ya que están buenas y crujientes nada más salir del aceite, no dos días después.