en canal

Enredando

Antonio Rico

Buenafuente es un genio. Convenció a un invitado que ni tiene glamour, ni está como un pan, ni es gracioso, ni está promocionando un disco ni una película para que sea colaborador fijo en su programa. Se trata de un tipo que presenta un espacio de divulgación científica en La 2 que sólo ven cuatro gatos. Un tipo al que los imitadores parodian como el prototipo del aburrimiento, hablando todo el rato de la célula. Pues ahí lo tienen: Eduardo Punset, ese señor con la misma vis cómica que Leopoldo Calvo Sotelo, ahora puede llegar a un montón de público antes inaccesible porque colabora en un programa de humor tan estupendo como Buenefuente.

Vale. Pues ahora debe ser Punset quien se aplique el cuento y contrate como colaborador de Redes a un humorista. Un tipo que no sea un reconocido científico, pero que sepa enfrentarse a las cámaras y llenar la pantalla, que no necesite grandes despliegues técnicos para hacer humor porque maneja con soltura la palabra, que sepa hacer reír en los campos donde cualquier otro fracasaría, que se haya enfrentado a los asuntos más serios con una mirada tierna y desconcertante que invita a pensar dos veces lo que dice y a reírlo diez. Pues ahí lo tienen: se llama Juan Carlos Ortega.

Ortega permitió que en Crónicas marcianas se pudiera seguir haciendo pie cuando Marte se hundía, colaboró con Channel Nº 4 dándole ese sello personal que se hizo programa en La noche americana. Ahora somos muchos los que sobrevivimos al día a día porque cada fin de semana, en No es un día cualquiera (Radio Nacional), sus Recomendaciones literarias y sus Cuentos para Ulises nos dejan el alma limpia y dispuesta a afrontar otra semana de cruda realidad. Seguro que sus amigos Olimpia, Gustavo Fuertes y Aurora Moreno (ahora Expósito), de reconocida solvencia como divulgadores científicos en el mundo al revés, enredarían con él encantados.

Tracking Pixel Contents