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El futuro está esto

Antonio Rico

Dicen las asociaciones de consumidores que por lo que más reclamamos los españoles es por el teléfono móvil y por internet. Y vale, de acuerdo, tenemos razón cuando nos quejamos por las vueltas que nos dan cuando queremos darnos de baja, cuando denunciamos las penalizaciones por la cancelación de servicios o por el cobro de servicios no contratados, pero sobre todo tenemos razón cuando nos quejamos de la publicidad engañosa.

Gastamos una pasta en chismes porque nos dicen que no se puede vivir sin teléfono móvil de última generación, que internet nos lleva al mundo en el que tendremos que vivir el resto de nuestras vidas. Nos lo creemos y la noche en que Telecinco celebra la gran traca final de Gran Hermano 10, nos refugiamos en las nuevas tecnologías. Los periódicos anuncian a toda página que se estrena un programa pionero para teléfonos móviles e internet. Pues venga: miramos la tele por encima del hombro, nos conectamos y lo vemos. Bustamante, uno de los nuestros, el primer reality que saca los pies del tiesto televisivo, manda nuestras esperanzas en el futuro hipertecnológico a freír churros.

Todo el programa gira alrededor de la potente acción gravitatoria del ombligo de Bustamante, que no deja escapar la luz de la razón ni el sentido del ridículo. Las cámaras le siguen en su vida cotidiana y descubrimos que esto incluye leer a Nietzsche con gesto concentrado y sin que le dé la risa. Y encima habla: "La gente me conoció de una manera, ¿no?, que era un reality, y todas esas personas que me han apoyado desde hace casi siete años pues yo creo que en su justa medida cuando me ofrecieron esta oportunidad me pareció genial porque ellos van a ver cuál es mi día a día". Si lo van a ver allá ellos y su estómago, pero yo marcho al trastero a ver si recupero mi viejo Spectrum.

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