Dicen quienes saben muy bien hablar inglés, o quienes lo hablan sin más, que da gusto escuchar al cocinero José Andrés porque le sube la moral al más cazurro. Si él habla, tú eres capaz de hacerlo. Y con orla. El cocinero ya tuvo un programa en La 1, Vamos a cocinar con José Andrés, pero ahora La 2 emite los sábados por la tarde Made in Spain, pensado no para el público español sino para el estadounidense, y de hecho el programa es un producto de PBS, la televisión pública de aquel país. Montado con un ritmo casi desquiciado, el cocinero salta de su cocina en Maryland a nuestras plazas de abastos para llevarse productos de la tierra y trasegar en sus fogones unos huevos fritos con chorizo, un arroz caldoso, o un bacalao al pil pil, o comerse un bocadillo de calamares y entrar en éxtasis. También visita nuestros restaurantes, y come sus especialidades.

Antes de que el bocado llegue a la boca, José Andrés está moviendo la cabeza dando a entender que el sabor el fantástico. Es un adjetivo preferido. Todo es fantástico. Lo dice convencido, con la exageración adecuada, estimulando al espectador. Pero como ha de editarse porque el programa está grabado en inglés, otro punto de interés está en oír al cocinero doblándose al español él mismo, como hace en Redes Eduard Punset, que tanto chiste ha generado. O sea, viendo Made in Spain, estamos ante un programa de inglés para tirarnos a la piscina sin complejos, ante un programa de viajes porque al tiempo que habla de platos típicos regionales enseña lugares imprescindibles, y por supuesto ante un programa de cocina. No da tiempo a tomar las recetas, pero a quién le

importa. El publirreportaje sobre España es impagable, incluso para consumo interno.