Después de conquistar Hollywood con la colorida La La Land, el director Damien Chazelle se estrena en televisión con una miniserie ambientada en París, envuelta en música jazz y en la que sus protagonistas, bohemios y desordenados, tratan de organizar el caos de su vida. The Eddy es el título de la producción de Netflix pero también el nombre del local de jazz gestionado por su protagonista, Elliot (André Holland), un músico estadounidense que trata de rehacer su vida en París tras una tragedia familiar y que, en su intento, se rodea de un grupo multicultural de músicos que viven sus dramas internos en la gran ciudad.

Desde el comienzo se impone el sello de Chazelle: La música es un elemento central de la trama, con largas interpretaciones de jazz en bares, habitaciones o incluso garajes que sirven como escenarios improvisados y marcan la identidad de la ficción. Aunque su protagonista, Elliot, se siente incapaz de volver a un escenario, una nueva composición ronda por su cabeza y traerá devuelta, por momentos, su pasión por la música. La nueva canción, los cambios en su melodía y letra -"sigue deslizando lento, en la fuerte resaca"-, servirán de enlace según se suceden los distintos dramas que articulan el argumento escrito por Jack Thorne ( Skins, Shameless). Si bien Chazelle ha dirigido los dos primeros episodios de la serie, el tono escogido es mucho más intimista y no tiene ni el brillo ni la explosión de La La Land (2016).

The Eddy es una producción europea, afrancesada, en la que los diálogos se suceden en inglés, francés y árabe y las escenas siguen un ritmo lento y detallado, en lugar de la rapidez a la que acostumbra Hollywood. Tampoco muestra el París monumental, sino que se sumerge en los barrios periféricos de la capital, repletos de pequeños apartamentos y calles caóticas en las que rebosa la diversidad cultural.