Para los millennials y demás desinteresados, Fraggle Rock fue una serie esencial. Todo el que flirtee con los cuarenta sabe quiénes son estos personajes. La cuestión es que los Fraggles han vuelto y nada más que en Apple TV. Aunque eso sí, lo han hecho en condiciones un pelín delicadas.

Resulta que cuando se tuvo la sana idea de resucitar a estos simpaticotes personajes se daban dos obstáculos bastante importantes. Primero, su creador y principal impulsor, Jim Henson, llevaba treinta años muerto. Y segundo, en el momento en el que se decidió sacar adelante semejante propuesta, el coronavirus estaba haciendo estragos en todo el mundo y sencillamente no se podía salir a la calle. Algo inaudito hace tan solo unos meses atrás era dramáticamente cierto.

Sencillamente no se podía salir fuera de casa, estaba prohibido, así de simple, es lo que hemos llamado el confinamiento, aunque según la RAE, de confinamiento nada, pero bueno, eso lo dejamos para otro día.

El caso es que hubo que reinventarse y de un día para otro surgieron unos Fraggles rodados durante el confinamiento con recursos mínimos y resultados como poco, discutibles. Desde luego, y no creo que haga falta que venga yo a decirlo aquí, los Fraggles se merecían algo más que un resurgimiento hecho deprisa y corriendo.

Esta serie de marionetas fue rodada a principios de los ochenta. Fue una coproducción descomunal entre Inglaterra, Canadá y Estados Unidos con segmentos exclusivos filmados para según el país en el que se iba a emitir. En España, por ejemplo, vimos la versión americana, pero Alemania tuvo su propio espacio, así como Reino Unido y Francia.

Era el gran proyecto de la factoría Henson después del éxito de Barrio Sésamo. A buen seguro, nadie le habría podido predecir a Henson que iría a llegar tan lejos moviendo muñecos de trapo. Y ya lo creo que lo hizo. Su inventiva y su mecánica a la hora de mover y filmar a las marionetas fue fundamental en películas como Dentro del laberinto o incluso El imperio contraataca, pues quien movía a Yoda no era más que uno de los marionetistas más aventajados de la factoría Henson, Frank Oz. No nos engañemos, Jim Henson fue un genio y aún a día de hoy lo disculpamos porque entre sus películas no todas fueron obras maestras. Obviamente, eso no lo consiguió ni Orson Welles.

Sin embargo, Henson logró congeniar una mecánica visual en torno a determinados efectos especiales que a día de hoy siguen sin fecha de caducidad. El otro día escuchaba a un técnico de efectos especiales de Hollywood decir que los efectos por ordenador sí que tienen fecha de caducidad. Y es cierto. Hoy día, cuando uno ve una película con efectos digitales, puede aproximar muy bien cuál fue su año de producción. Sin embargo, los efectos animatrónicos, los muñecos, las marionetas de siempre, no pasan de moda.

Los monstruos que se mueven físicamente suelen calar mucho más que los que parece que se mueven gracias a un programa de ordenador. Tal vez por esto resulta muy curioso volver a ver una película como Jurassic Park. Todos los efectos se antojan desfasados, lo único que sigue funcionando es la puesta en escena de Steven Spielberg.

Y dicho esto, ¿qué hago yo hablando de Spielberg cuando empecé haciéndolo de Jim Henson? Pues no se crean, más de lo que parece?