El más célebre de los conciertos abrió este año 2021 con los alegres ritmos de los valses y polcas de la dinastía Strauss, pero una sala vacía y silenciosa por la pandemia de coronavirus empañó algo su mensaje de esperanza y optimismo.

Riccardo Muti dirigió, por sexta vez, un Concierto de Año Nuevo en Viena como ningún otro: con una desangelada Sala Dorada del Musikverein y aplausos telemáticos. Tampoco la célebre Marcha Radetzky, que cada edición pone fin al recital, contó con el acompañamiento tradicional de las palmas.

Aunque se sabía que la monumental sala estaría vacía y silenciosa, el saludo inicial de Muti a un auditorio ausente y los primeros planos de un patio de butacas fantasmal resultaron sobrecogedores. La falta de cualquier reacción a la conclusión de cada pieza dio al recital un aire de ensayo y los músicos, sabedores de ese problema, trataron de responder con una transición muy rápida que alteró el tempo habitual del concierto.

Los aplausos telemáticos de 7.000 personas de todo el mundo por medio de una aplicación al final de cada bloque dieron algo de calor al acto, aunque la imagen de los miembros de la Filarmónica puestos en pie ante aquel vacío también dejaba sentimientos encontrados. Con todo, el maestro napolitano y la Filarmónica de Viena se sobrepusieron a las adversas circunstancias y ofrecieron un gran espectáculo musical, y eso, en las actuales circunstancias, ya es un triunfo. “Es extraño para nosotros tocar en una sala totalmente vacía”, reconoció un emocionado Muti durante el recital, pero “seguimos aquí creyendo en el mensaje de la música”, pese a “un año horrible”.

La ligereza y el vitalismo de los vals, polcas y mazurcas de los Strauss y sus contemporáneos se colaron en las casas de millones de personas en más de 90 países gracias a la televisión y la radio, que han convertido el recital en un acontecimiento mundial.

Muti y la Filarmónica de Viena lanzaron su mensaje de esperanza por medio de la música, un lenguaje que une más allá de idiomas y fronteras. Y, pese a todos los inconvenientes, el recital permitió soñar que 2021 será mejor que el aciago año anterior.

Muti, de 79 años, se convirtió con su sexto Concierto de Año Nuevo en el director vivo que más veces ha llevado la batuta. Dirigió en más de 500 ocasiones a la Filarmónica a lo largo de cincuenta años y conoce a la perfección la calidad de sus intérpretes. El napolitano condujo el concierto con su habitual estilo contenido, sin marcar a veces mucho el ritmo y de forma adusta, aunque se ha permitido muchas sonrisas cómplices con los músicos. El recital transcurrió de forma fluida, sin altibajos y guiado con la sabia firmeza de Muti. Se estrenaron siete piezas, entre ellas las dos primeras que marcaron el enérgico inicio del recital: Marcha de la opereta Fatinitza, de Franz von Suppè, y el vals Ondas sonoras, de Johan Strauss hijo.

El español José Carlos Martínez (1969) también entró a formar parte de la historia del concierto más visto del planeta al convertirse en el primer coreógrafo en repetir dos años seguidos.