Small axe es, a la vez, historia del cine y de la televisión, esos medios que algunos se empeñan en enfrentar, cuando en realidad cada vez tienen más y más en común. Hablamos de un lote de cinco películas de Steve McQueen, el hombre que nos descubrió a Michael Fassbender en el crudo drama carcelario Hunger y que en el 2014 recogiera el Óscar a la mejor película por 12 años de esclavitud, su adaptación de la autobiografía del 1853 de Solomon Northup, violinista neoyorquino al que secuestraron, llevaron a Louisiana y convirtieron en esclavo. Cinco películas que solo podrán verse en televisión: el ambicioso proyecto, una exploración de las luchas y los gozos de la comunidad antillana de Londres entre los 60 y los 80, ha sido coproducido por la BBC y Amazon; aquí ya se puede ver a través de Movistar+.

La creación de McQueen ha reavivado el mismo debate que generaron Berlin Alexanderplatz o el reciente lifting de Twin Peaks: ¿esto son series o solo películas troceadas o disponibles en televisión? ¿Las series dirigidas por autores renombrados son obligadamente más cine que las firmadas por nombres menos conocidos?

Para desarrollar esta especie de breve historia del racismo británico, McQueen tira del drama judicial, el experimento musical, el thriller policial circunspecto, el biopic más sucinto y el melodrama kitchen sink. Todas las historias son reales, algunas más conocidas que otras.